Quisiera no pensarte más, no volver a saber que existes, ni llorar con tu recuerdo, con tu sonrisa, con tu mania de sonreir por cualquier cosa, quisiera no recordarte más, pero yo no recordarte, no saber que existes aunque existas, no quiero que dejes tu mania. Amo que la tengas, me dolería si la perdieras, y me dolería mucho, no, por supuesto que no quiero que la dejes, más bien quiero yo dejar la mía, y es que tengo la mania de recordarte a cualquier hora, a las cinco o seis, de la tarde o la mañana, eso no importa por que yo igual te recuerdo, lo que importa es que miro el reloj y son las tres y te recuerdo, y te recuerdo a ti, a ti y a tus ojos grises, y a tu amor que es mío pero no lo das, no lo das, sé que me quieres pero no lo dices, ¿qué mierda piensas que no lo dices?, yo te quiero y te lo digo, y te lo oculto a veces, en muy contadas ocasiones, pero sabes que te quiero cuando no lo digo, cuando la nostalgia me invade, y me invede tu recuerdo, cuando me invade tu recuerdo que es nostalgia, cuando me carcome desde dentro, desde las entrañas, esta maldita nostalgia que eres tú en mi memoria, esta nostalgia de recordarte. Y son las cuatro y te recuerdo, las siete y otra vez esta nostalgia. ¿Cuántas lágrimas he de llorar para irme a la chingada?, para saber que tu amor que es mío no me pertenece, para entender que estamos destinados a no ser aunque queramos, para mirar tu mano y no temblar, para poder recordarte, simplemente recordarte, sin llanto, sin sosiego, sin la más remota melancolía, para mirar tu foto y decir, pero decir sonriendo en tu recuerdo, sonriendo y sin gota alguna que asome desde el lagrimal: Qué hermosa utopía. Y sonreir más por saber que yo también soy tu utopía. Es emífero saber que así termina, en un par de proyectos imposibles.
Sé que mi destino es escribirte, te prometo que cuando al fin me vaya, lejos, muy lejos, tan lejos que tu aroma se sienta en mis fosas nasales y tus poros se abran al contacto de mi piel dormida. En una palabra, cuando por fin me vaya a la chingada, desde allá te escribiré, y te escribiré poemas tristes. Que triste es nuestra historia.
Qué triste es irme con todo el amor que tengo para ti, con todo el amor que no te doy, con todo el amor que jamás he de entregarte.
Doy gracias a Dios porque tú existes, porque me hayas roto el corazón, los poetas son poetas gracias al dolor, al sufrimiento, y yo siempre quise ser poeta, siempre quise tener inspiración, ahora, por ti mi alma duele y sufre, sólo me falta aprender a hacer belleza ese dolor, aprender a hacer metáforas con la mano de la muerte que me estruja el pecho cuando late y te recuerda; pero qué difícil es hacer metáforas con eso, que clase de escritor he de ser si mi vida es tu muerte, ¡cómo late el pecho a las ocho en tu recuerdo!, tu recuerdo que me hace morir y renacer, qué maldita mierda esa ironía.
Pero tú no te preocupes, es evidente que eres demaciado linda para no romper uno o dos corazones en la vida, (tal vez más), uno es el mío, pero ya no importa, tu destino fue romper mi corazón. ¿Qué puedes hacer frente al destino? No es tu culpa, ¿cómo podría serlo?, aun así debo intentar que no me duela.
Te animo a seguir escribiendo lo haces muy bonito, dibujando con las letras muchos cuadros de vida.
ResponderBorrarGracias, aprecio mucho tus palabras, seguiré escribiendo, dibujando cuadros, espero que te sigan gustando en el futuro.
BorrarUn abrazo.