miércoles, 13 de mayo de 2015

Destino oscuro

"Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro."
-Mario Benedetti.

Dios padece de gangrena,
Ese es su castigo por hacer el bien.
Su piel se despedaza,
Él solo quería ayudar.

Sólo luz, sólo obscuridad,
no ha hecho nada sino vida
(maldito incrédulo infeliz,
el mal que ha hecho fue darle vida a la muerte).

La vida que es vida y la muerte que es vida, pero eterna.

¿Y Dios se desquita con nosotros y con  Benedetti?

Porque a cada uno nos concedió un destino oscuro.
Tan oscuro como el ataúd que rechina cada noche en que el muerto sale y baila,
y mueve la tierra,
y en cada cementerio un muerto bailando,
y una banda de rock satánico tocando en honor a Dios
(y Dios no muere para salvar al mundo,
muere para ir al panteón a bailar rock,
a beber, ponerse ebrio,
y al tercer día resucitó,
porque después de la banda vienen las muertas por la noche, y hasta el amanecer
vuelve a la tumba, porque para los muertos los días son sus noches,
corrijo entonces, resucitó la tercera noche,
porque la segunda noche había cruda,
jaqueca,
se la pasaba vomitando).

Y para poder gozar de la vida Él muere cada cierto tiempo.

Dios lo piensa y ha de morir feliz,
y no tiene nada que lamentar.

Pero aun así ese niño a de ahogarse,
ha de morir,
y el destino de Benedetti será oscuro,
enteramente oscuro,
sin luz ni sombra,
ni la sombra de una lágrima
ni la luz de una mujer.

Y todo hombre tendrá un destino oscuro por el resto de la eternidad.

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