Agosto 6:
dos trece a.m.
<<¿Qué tiene de especial desvelarse
conmigo?>>, preguntó.
No sabía que decir, era algo que me encantaba,
desvelarme con usted era algo sublime, era algo que a decir verdad me encantaba
hacer, que me encanta.
Bueno, tal vez para usted no tenga nada de
especial porque ya esta acostumbrada (cada vez que se desvela lo hace consigo
misma).
Esa fue una idea, pero la descarté de
inmediato, porque yo podría acostumbrarme a hacerlo, podría desvelarme con
usted mil veces y luego mil más y tres después de eso sólo para continuar así
hasta la eternidad o hasta las 7. Entonces no era eso.
¿Qué tiene de especial desvelarse con vos?
Desvelarse con vos es bonito por el simple
hecho de estar, por el hecho de la posibilidad, se imagina… vos ahí, pensando
en algo, probablemente en un conejo o en café, (también esta la posibilidad de
que piense en un conejo café, quién sabe, después de todo su mente es un
misterio que no quiero descifrar, porque a mí me gustan los misterios, me gusta
saber que hay algo más allá, más allá de ti y de mí y de ambos. Que esté
pensando, que esté pensando en mí en este momento (no en el que me lee sino en
el que le escribo), o usted pensando, sólo pensando, o no, no piense sino
quiere, pero distraída, (porque en algún momento dado de la vida todo el mundo
se tiene que distraer), entonces yo le robo una sonrisa, eso en sí ya es
especial, eso… la posibilidad de una sonrisa suya.
¿Qué tiene de… (Perdón, sus ojos, los pensé,
los pienso, he olvidado la pregunta).
Usted, usted me hace temblar, si algo tiene de
especial este desvelo es usted. Su presencia.
O no sé que tenga de especial, solamente sé,
que con usted podría desvelarme hoy y todos los días de mi vida o de la suya (y
la de ambos).
Agosto 8:
doce del día, camino al punta.
La he pensado mucho, también he sonreído
demasiado, ya quiero verla, quiero pedirle que sonría cada que usted no se lo
espere, y también cuando si lo haga. Quiero que sonría en sí misma, quiero que
lo haga por cualquier razón o por mí o por cualquiera, (quiero ser esa razón
cualquiera por la cual usted sonría).
Cuando era niño, un maestro de la escuela me
pregunto por las siete maravillas del mundo, no las sabía, pero usted tiene dos
ojos, una boca, una sonrisa, una nariz, una respiración y una mirada. He hecho
cuentas, su faz, la he visto, ahora lo sé, todas esas cosas que usted tiene y yo
mencione son las siete maravillas de del mundo (y no sólo del mundo sino también del
infinito).
Agosto 9:
una a.m. toque de queda.
Me ha sido indiferente, no sé que pasa, no he
podido hablarle, no ha hecho más que evitarme, no sé, sólo sé que me gustaría
escuchar un… un algo de su bonita voz, algo no tan cortante o evasivo como lo
de hoy cada vez que me armaba de valor y le hablaba, que no era fácil, como
alguna vez le dije usted me pone muy nervioso, quiero entregarle estas cartas
pero no sé como, no me atrevo, llevo todo el día entregándole las primeras dos
y no he podido, no es posible que antes de eso ya este escribiendo la tercera.
Usted me tiene mal, provoca en mí una sensación que no puedo describir, usted,
por favor, no deje de sonreír.
Soy un poco rebelde, hace una hora que debería
de estar dormido y mire, aquí estoy, despierto y escribiendo para usted.
Lo de la fogata no era cierto, no es verdad,
yo no quiero una clanera, yo la quiero a usted.
Perdón, tampoco me acerqué a desearle las
buenas noches, estaba nervioso, pero espero que descanse, espero verla (igual
de linda como usted es siempre) en un rato, de hecho creo que debería dormirme
de una vez, de lo contario el toque de diana me tomara hecho una mierda y sin
descanso.
Agosto 9:
nueve treinta y cuatro p.m.
He llegado a escribirle, el campamento me
gustó, usted no dejo de evitarme, pero la pude ver, usted me gusta desde el día
en que la conocí, ¿recuerda ese día?, fue el veintiocho de febrero, recuerdo
aquel día, un intercomunidades, usted y yo en un equipo, dicho equipo se separó
y usted quedó en una parte y yo en la otra, eso no importo, yo me cambie de
equipo solo para verla y pasar el tiempo cerca de usted, era más fácil hablar
entonces, porque usted no sabía que me gustaba, así que podíamos hablar sin que
yo me pusiera infinitamente nervioso como ahora, usted se fue temprano o tarde,
no sé, lo único que recuerdo es, que el primero de marzo al despertar, cuando
fui a formación usted no estaba.
Perdón por las cartas hace un rato, eran
solamente las dos primeras, porque esas, desde que iba al campa las tuve en el
bolsillo, queriendo entregárselas pero no pudiendo, se mojaron, se mojaron
mucho, el agua estaba agradable, cuando se las entregue ya estaban arruinadas,
no se las entregue en sí porque aun se pudieran leer (aunque espero y sí cuando
se sequen), sino como símbolo de que… (Perdón, omitiré el significado, prometo
decírselo alguna vez).
No pude dejar de mirarte, eres muy linda,
perdona mis modales, en todo esto no te he preguntado cómo estás. Espero que te
encuentres bien, y que te encuentres sonriendo.
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