Su sonrisa es hermosa, debes tratar de que
nunca se borre de su rostro.
Pero bueno, eres un caballero y debes de
respetar, así que claro, te le acercas con cautela, y de una manera totalmente
respetuosa y caballeresca le preguntas:
-¿Puedo coquetearte?
-Lo siento, -responde ella-, soy una persona
sin corazón.
Hay silencio, te dispones a disculparte por el
atrevimiento de tu pregunta, pero ella añade:
-Pero sí, puedes coquetearme.
Una persona sin corazón, no seas tonto,
probablemente a de romper tu corazón, el tuyo, el que tú sí tienes, pero no es
bueno vivir en la tristeza, la felicidad es un estado de animo que no debe
faltarnos nunca, y su sonrisa te hace feliz, y vale la pena sufrir a cambio de
hacer cosas que realmente te hacen feliz, vale la pena sufrir por una sonrisa suya, por
hacerla sonreír, por su sonrisa, por estar con ella aunque sea un rato.
Eres valiente, o tonto o imbécil o valiente,
estás dispuesto a morir por algún tiempo, estás dispuesto a que tu corazón ya
no sea tuyo, solo para que el tiempo que sigas con vida ella sonría.
Ella es hermosa, ella es un suicidio, un
hermoso y emífero suicidio, y es hermosa, escapa, no hará la diferencia, ella
igual sonreirá, porque de no ser tu será otro, habrá alguien más que quiera
morir por hacerla sonreír, te lo aseguro, ya habrá alguien que lo haga.
(Y no te importa, tú igual vas a intentarlo…).
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