tal vez en el cajón
del ropero
de la casa de la abuela.
O en el vacío de mi negro corazón.
Lo único que sé es que lo perdí entre mi memoria
a las cuatro o cinco del lunes o del martes;
en algún lugar del calendario.
Quizás lo olvidé entre mis cosas viejas
(mi cuna, mis pañales, mis amigos).
Lo cierto (que a decir verdad no me gusta la idea)
es que lo perdí en los brazos de una mujer
desnuda, que abrazaba mi cuerpo
a las cuatro o a las cinco del lunes o el martes;
en algún lugar del calendario.
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