"Contigo vale la pena vivir
aunque haga frío."
-Mario Benedetti.
Hay veces que el mundo es una mierda y otras mucho más extrañas, en que el mundo es una mierda pero ya no importa; o mejor dicho, ya no te importa.
Una de esas raras y extrañas ocasiones le ocurren a Paul diariamente desde hace un par de meses, cuando se encontraba en su colegio, Paul estudia en el turno matutino, pero ese día, lunes, le había tocado el aseo y su turno se había marchado, el turno vespertino estaba ingresando y Paul era muy flojo, lógicamente tardó, en 1°F tenía un amigo e igual ya estaba allí, ¿por qué no ir a saludar antes de irse?, así lo hizo, tomó sus cosas, fue a aquel salón y saludó a su amigo, esto claro consiente de que el mundo es una mierda, pero cuando iba a marcharse vio unos hermosos ojos detrás de un hermoso cristal, unos ojos que le pertenecían a una hermosa chica o niña o joven o como tú lector le quieras llamar, Paul prefiere el término niña.
Paul se fue. El mundo era mierda.
Después de verla eso no importó.
Los siguientes días y semanas Paul se quedaba a mirar en silencio. Enamorado. A ella y sus lindos ojos de estantería que protegía tras un cristal.
Cada noche le escribía, como es de suponerse ella nunca lo leía porque él, penoso como todo enamorado de verdad, no se atrevía a entregarlo.
Un día, jueves en esa ocasión decidió quedarse, como siempre, ese día una muchacha que lo había visto en otras ocasiones le preguntó que hacía ahí -vengo a ver a tu amiga- respondió. Gracias a eso se entero que aquella linda niña de ojos cristalinos llevaba Rosario por nombre. y se decidió a hablarle, igual no perdería nada, su amiga le diría que le gustaba en poco tiempo, era mejor decirlo él. Y lo hizo.
Que el mundo sea una mierda ya no importa porque Paul piensa en Rosario.
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