"Piedras que hundí en el aire,
maderas que ahogué en río,
ved mi corazón flotando
sobre tu cuerpo sencillo."
-Jaime Sabines.
Un fuerte soplido de viento y polvo y tierra pasa trepidante por el mundo y luego vuelve y se va y regresa y se marcha y regresa y...
Si me lo preguntan; es la emífera voz del viento gritando tu nombre y que está contigo, lleno de felicidad lo dice al mundo, y como no lo haría si está contigo, lo cual es motivo de orgullo.
Al oírlo las nubes sienten celos y se ponen a llorar y llueve, y tienen la esperanza de que ya deshechas una parte de ellas llegue a ti como gota de vida. Pero caen al vacío de las oscuras calles de concreto o tierra convertida en lodo. Tú te resguardas para no mojarte, como si el agua de esas nubes no te amara, como si fuera a lastimarte, cuando sólo quiere caer en tu mejilla y acariciar tu rostro para morir, morir feliz y no seguir viviendo, pero no te toca y cae al suelo, y muere triste, pero el ciclo de la vida es renacer, revaporarse, surcar los cielos y ser nubes otra vez, sabiendo que el arrogante viento volverá a presumir que está contigo y tú no lo impides.
Maldito presumido viento que te tiene a diario.
Malditas amorosas nubes
que tienden al suicidio.
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