“Durante mi meditación, no pude sentir ninguna gota de agua. No sentía frío, no percibía el olor de la humedad de la tierra mojada. Durante mi larga meditación solamente éramos mi mente y yo.
En la
soledad de las montañas mi única compañía era yo mismo.
Hablaba
conmigo y me escuchaba, era una relación perfecta.
Hace
tiempo que la tristeza no invadía mi corazón.
Nos
querían quitar la libertad. Pero allí me di cuenta de la gran ignorancia que
los regía. Pensaban que encerrándonos en una celda o matándonos a sangre fría
iban a quitarnos la libertad, que equivocados estaban. Pues sólo un hombre que
no entiende el concepto de libertad piensa que así puede quitarnos la nuestra,
esas personas no entienden que la libertad está en el alma. El espíritu siempre
a sido libre, ni yo soy capaz de encerrarlo, pues el va a donde quiere ir.
-Erick Quezada (El hombre en
llamas).
Estoy enfermo.
Tengo tantos sentimientos dentro de mi alma,
no quiero pensar, todas estas voces están matándome lentamente.
No he comido, no apetezco nada, quiero vivir,
quiero salir a la calle y gritar lo que me gusta, lo que no, estoy atrapado
entre estos cuatro muros.
Atrapado entre tanta libertad. Lo único peor que la esclavitud es tener
tanta libertad que no saber que hacer con ella (yo me rio de las personas que
creen que estoy muriendo en este encierro y no pueden ver más allá de sus
narices. De las que no pueden hacer nada que vaya más allá de su rutina diaria,
se sienten libre y no salen a cenar los lunes por la mañana, no juegan bolos en
una mesa de billar, de las personas que son prisioneras de tal manera que no
han querido darse cuenta –como me molestan
las personas a las que les gusta morir entre sus propias rejas-).
Ahora soy una sombra un este mundo, (una
sombra en un mundo iluminado por la más
profunda oscuridad).
El manicomio no es lo que esperaba, uno se la
vive pensando que aquí todos son gritos de la gente loca (a la que llaman
loca), y no, aquí todo es silencio, se tienen amigos igual que en una escuela,
se platica con ellos pero sólo en voz baja, por si subes la voz una enfermera
te dice que puedes dañar tus cuerdas vocales (nos tratan como pendejos mas que
como locos), “quiero que sepan que voy a mandar a la chingada a la bola de
idiotas que creen que deben encerrar a los que aclaman libertad, a los que
tienen el coraje de seguir sus sueños, ven a alguien con valor de perseguir lo
que desea y se asustan, y lo juzgan de loco y lo encierran , a la mierda con la
gente inepta que se conforma con existir y soñar, uno debería existir solamente
para alcanzar los sueños y no para tenerlos, con soñarlos no basta, por que
Dios no dijo al hombre: -Y vos serás la especie más poderosa que he creado, y
tendrás el poder sobre las bestias y las aves del cielo, y las creaturas del
mar y el mundo entero serán vuestros, siempre y cuando seas conformista-.”
Dije eso y me aislaron, me encerraron (como si
realmente pudieran privar a mi alma de la libertad).
Decidí morir, y decidí hacerlo como hace un
siglo aquel monje, así que esperé a que me llevaran de nuevo a mi cuarto, tomé mi libro “Buscando las palabras
correctas” y
subrayé las siguientes frases: El
hombre debe morir constantemente para renacer. Aquel que no muere nunca
entenderá la vida.
Fui a la cocina y tomé el aceite, había
decidido reenviar ese mensaje de vida, paz y transformación que al parecer, el
mundo había olvidado.
(Tal vez así pueda desahogar mi corazón)
Encendí. Mi alma arde como las llamas que me
consumen. Ahora tal vez piensen que soy la reencarnación de aquel monje, o que
soy un maldito loco que no puede mantener la cordura de la vida (cuando en
realidad solamente fui hacia la locura de la vida eterna).
Ahora espero que la humanidad reaccione, que
se preocupe más por disfrutar la vida y menos por quienes si lo hacen, espero
que entiendan que la única manera de calmar la libertad es siendo libre.
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