jueves, 16 de julio de 2015

Que Ella Juzgue Si Fue Un Error

Estaba de pie en la entrada de ese lugar, indecisa de si entrar o no, ella tenía un helado en la mano y un sueño en el corazón (un sueño del que hablaré después, puesto que esta es otra historia). un joven, distraído, con un libro en la mano la empujó, su helado callo, él levantó la vista y la miró, y ella lo miró a él, “perdón” balbució, más para sí que para ser escuchado, o más bien como una palabra que sus labios pronunciaban automáticamente cada que pasaba algo similar, sin siquiera saber que lo había pronunciado, puesto que se había perdido en la mirada de aquella linda muchacha con el vestido lleno de helado.
-Perdón –repitió, esta vez consiente de sí mismo-, te invito un café.
Ella asintió y ambos entraron a ese lugar que ella quería pero no se había decidido quién sabe por qué.

Después de una risas y un amor a primera vista (porque nuestra linda muchachita también se perdió en la mirada de aquel joven), de un café y de risas, del amor meramente fugaz de un solo día, del que nunca, ninguno de los dos, se iban a olvidar, ella volvió a casa y él también. Sólo que cada quien se fue a su casa y no juntos a seguir con lo que comenzaron.

Después de ese día se conocían relativamente bien, se conocían de maravilla, se contaron sus manías, incluyendo la manía que tienen de confiar en las personas demasiado pronto y demasiado pronto confiaron el uno en el otro, (no digo que fuera un error, pero eso a mí no me toca juzgarlo sino a ellos), platicaron de cómo a él le daban miedo los payasos y ella los maniquíes, que temía ir de compras porque pensaba que al desnudar un maniquí para probarse el vestido que éste tenía puesto porque le había gustado despertara, saliera de ese sueño eterno que tienen los objetos que nosotros creemos inanimados, (aunque para ella, no hay nada más animado que un objeto que duerme y sueña y sueña dormido), y con los ojos completamente rojos y llenos de ira, y una rabia incapaz de controlar le saltara encima y la golpeara salvajemente hasta, ahora si, ella quedara inanimada.

Un espejismo aún sigue en su memoria (memoria que no deja de recordar aquel joven que le tiró el helado a cambio de conocerlo), ella se enamoró de aquel personaje con afición a la música de rock y al café cargado.

Y su memoria lo sigue pensado…
     Pensando…
                        Pensando…
                                            Pensando…

Y lo piensa hasta morir, y ya nunca más lo vuelve a ver, y murió por quererlo y conocerlo un solo día. Y lo quiso por confiar en él cuando lo conoció y demasiado pronto.


Que ella juzgue si fue un error.

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