lunes, 24 de noviembre de 2014

Carta de amor escrita a media noche.

"Una carta de amor no es el amor,
sino el anuncio de la ausencia"
-Mario Benedetti.

Noche/Madrugada del 23-24/Noviembre/2014
Princesa:
Cada noche te recuerdo.
Antes de dormir, suelo tomar esta libreta y escribirte un pensamiento.

No te escribo cartas a menudo, tal vez porque sé, no me atreveré a entregarte.
Esta carta en particular me encantaría hacerlo, es la tercera que te escribo.

Mi reloj marca las doce, en mis ojos el reflejo de la luna que me mira a los ojos que traslucen tu recuerdo, mi cerebro piensa en ti.

Una estrella fugaz pasa por el cielo y un deseo por mi corazón: Tú. 
Tú eres mi deseo de esta estrella.

Te escribo para mí.
Te escribo pensando en ti y por ti
pero sé que te conservaré.
Y después, leerme me hace recordarte y quererte mucho.
Últimamente te he estado queriendo,
y si de querer se trata, quisiera tenerte aquí, aquí a mi lado.
Cada noche imagino que aquí estás,
mi imagen favorita y más frecuente es cuando estamos tú y yo recostados bajo la sombra de un árbol tomados de la mano, mirando el cielo, poniéndole formas a las nubes, que son siempre diferentes, a excepción de una, mientras tú y yo estamos tomados de la mano mirando el cielo, vemos una nube con forma de corazón roto, entonces me siento, tú también lo haces, te miro a los ojos, acaricio tu mejilla y te beso.
Volvemos a mirar el cielo con nuestras manos entrelazadas. El corazón está completo.

-Alonso Gonzalez

viernes, 21 de noviembre de 2014

Una bala o la mierda que traigo en la cabeza.

"No es que muera de amor,
muero de ti,
muero de ti amor
de amor de ti,
muero de ti y de mí,
y del insoportable que soy yo sin ti."
-Jaime Sabines    



Quería decirte algo.
Y digo quería por que aún lo quiero pero no lo haré, no puedo.
No quiero creas que te lo oculto por moralidad o falta de tiempo, de hecho, a partir de hoy el tiempo de Dios es mi eternidad.

Quería decirte un par de cosas que ya no haré porque lo me lo impide lo que tengo en la cabeza, y no hablo del cerebro, o las neuronas, o el cerebelo o la mierda con la que trabajan. Hablo de algo que entró hace poco entre ceja y ceja y que yo mismo coloqué. Una bala de mi revolver. Podrás preguntarte qué fue eso tan grave que me orilló al suicidio. Fuiste tú.

Hace unos días estaba sentado cuando te vi por primera vez,  entonces mi corazón se aceleró, hoy que te volví a ver aquí en este mismo café me decidí a decirte que te amo. Vine al baño, me enjuague la cara para aclarar mis pensamientos, y con ellos idear la mejor manera de decirlo. Si continuaba vivo me obligaría a hacerlo, y me duele aceptarlo, pero temí el rechazo, encendí un cigarrillo y me lo fumé (a pesar de estar prohibido en el café), después tome el revolver y morí. Me gustaría decir que de morir amor o cobardía o valentía, pero la verdad es, que morí de ti.