sábado, 24 de diciembre de 2016

¿Qué deseas para navidad?

-¿Qué deseas para navidad?
El padre de Josué se lo preguntó hace tiempo. En un principio, él pensó que era broma, nunca, en ninguna navidad había recibido nada (material, al menos) de parte de sus padres. Es que eran muy pobres. Josué había pasado toda su vida siendo uno de eso niños y jóvenes ejemplares, de esos que sólo se pueden escuchar en los cuentos infantiles o en los sermones de una madre o un padre regañando a su retoño. Josué era así.

***

Despertó la mañana del 25 yaciente en aquella cama
-¿Qué pasó? -preguntó, como reflejo, en realidad no sabía ni dónde estaba ni si había alguien con él para escuchar sus preguntas. Más aún, para darle respuestas. No hubo una. Trató de levantarse para mirar a su alrededor, el cuál no dejaba de dar vueltas, el cuerpo le dolía intensamente, y el cansancio no le permitió intentar de nuevo, se quedó dormido.

***

Joan era un buen hombre, Josué pasó gran parte de su vida con él, le había aprendido mucho de lo que él mismo era, y había muerto la mañana del 24, pero claro que Josué no lo sabía, sus padres habían decidido sería mejor contarselo después de navidad, para que la pasara bien, para que viviera feliz ese día.

***

-Un carro. Eso es lo que deseo.
Terminó por responder, siempre había sido bueno, y si bien, sus padres nunca le daban nada, su padre jamás había preguntado eso, y los últimos meses le había ido bien.
-No debe ser uno lugoso y nuevo, uno usado está bien. -agregó. Su padre sonrío. -Nunca les he pedido nada -continuó, como si eso fuese a hacer la diferencia -creo que me lo he ganado -y así era, Josué trabajaba y daba todo lo que el ganaba a su madre para los gastos de la casa.
-Haré lo que pueda -dijo su padre.

***

Despertó el 25 a mediodía, su padre estaba junto a él, y las paredes blancas en torno suyo daban un aspecto de tristeza, soledad, lo hacía vacío, sin nada junto a él, sólo su padre. Por un momento sonrió, miró a su padre y pensó que no necesitaba más, y ese sentimiento fue sublime, aunque fugaz, un hombre negro de palo cano y barba de candado (también canisa y blanca) les miraba, en silencio.
-¿Dónde estamos? -preguntó Josué tratando de levantarse, su padre lo detuvo con un movimiento de mano, y le dijo que en el hospital, Josué había tenido un accidente.
-Les daré un momento -el hombre de cabello blanco salió por la puerta.
-¿Quién es él?
-El doctor.

***

Cuando supieron la noticia los padres de Josué salieron, ve a una fiesta está noche, no volveremos hoy. le habían dicho a Josué, y le dieron mil pesos ese día. Josué, sin nada en la mente en ese momento, iría a una fiesta esa noche.
Los padres de Josué pasaron al banco, y retiraron cerca de cincuenta mil pesos, guardados para comprarle su carro esa tarde, pero no lo usaron para ello, fueron destinados para la ceremonia fúnebre. No había nada más, Josué no tendría auto esa noche.

-Joan quiere que le regalen su carro a Josué.
Salió el padre lo más rápido que pudo a llevar aquel regalo a casa con su hijo, pero a mitad del camino, de la nada un joven atravezó, padre no pudo esquivarlo. En un parquecito en la esquina de esa calle, un hombre del piel obscura observó la escena, y se fue. 

***

-¿Qué haras está noche? -preguntó la voz del otro lado de la línea.
-No sé -dijo Josué.
-Entonces ven a mi casa.

Y fue. La música sonaba fuerte y era su primer fiesta de esa índole, se preguntaba como es que las familias de todos esos jóvenes les permitían estar fuera de casa en navidad. ¿Una cerveza? una voz femenina, Josué no bebe, pero al mirar a esa hermosa mulata de pel morena y faz celestial no pudo más que aceptar.

Un par de cervezas y ya estaban fornicando en el patio de atrás. No duró mucho, era la primera vez de Josué, veinte minutos a lo mucho, ah, pero como lo había difrutado, no era de esas mujeres con las que quieres pasar el resto de tu vida, eso incluso Josué lo entendía, esa mujer le había dado el mayor placer de su vida, pero era de esas mujeres que se la pasan de fiesta en fiesta cogiendo con cualquier chico lindo, era de esas mujeres con las quieres coger muchas veces sin compromiso alguno, con la que quieres llegar al punto más alto del erotismo y claro llegar a quererle, pero siempre sabiendo que ha de terminar. Nunca olvidaría sus anchas caderas, o sus redondas nalgas cuando su pene entró en el ano de aquella mujer, o el contacto de sus labios en su miembro, pero no era amor. Nunca sentiría amor por una mujer que se deja follar en el primer encuentro. 
No le desagrado el sabor de la cerveza, continuó bebiendo esa noche. Esa era su noche, la primera vez que conocía lo pagano y le gustaba. Y debía difrutarlo.

***
-Tengo noticias. -Hubo silencio. Por el tono de su padre, Josué supo que no le gustarían. -Tu carro está en la casa, te lo ha regalado tu tío... -otro silencio-, él murió. 
Al muchacho se le destrozó el corazón.

***

A la madrugada, después de volver a coger con la morena, Josué salió del lugar, apenas y podía caminar, estaba tan ebrio, era la mejor noche de su vida, nada podría salir mal, esa noche era invecible. No había nada que pudiera tocarlo.
Deberías esperar un momento, escucho cuando pasó por el parque, pero siguió caminando, puto negro -pensó.
Un momento después, su padre lo había atropellado.

***

-Cuando te recuperes, te enseñaré a conducir -dijo su padre cuando se hubo calmado.
El hombre de piel obscura entró en el cuarto, feliz navidad, dijo con su mano en el hombro del muchacho. Era el hombre del parque. Salió dando paso a la enfermera. Hicieron estudios.

***

Semanas después llamaron a su puerta... 
La mulata estaba embarazada.

***

Los estudios lo dictaron. Estaba lisiado...
Jamás podría conducir...

viernes, 25 de noviembre de 2016

¿Feliz cumpleaños?

Pedro despierta, sabe lo que le espera para hoy, pasa su mano por el rostro para despertar sus sentidos, y simbólicamente, también la pasa por el alma para arrullar el sentimiento, ese inservible inevitable que no hace otra cosa que estorbar.
El sentimiento de culpa, el sentimiento de dolor, la soledad, e incluso la alegría, la felicidad, incluso sentir plenitud no es plenitud, es el anuncio del desahucio, como la paz antes de la tormenta, ¿lo entiendes?, ésta es la tormenta, y no hay cueva, ni refugio, todo lo que puedes hacer es soportarle ¿tú le soportas?, Pedro lo hace, soporta la tormenta de la vida, de la emoción, la tormenta que un corazón y un alma traen consigo, y está cansado, siente que necesita un respiro, una paz. Pero con cada paz, con cada tregua, con cada respirar profundo y tranquilo, sabes que se acerca un diluvio nuevo, cada vez más fuerte que el anterior y el anterior a éste, y le temes ¿no le temes acaso?, ¿o es que miento?, deberías temer, y deberías rogar al Dios en el que crees que su tormenta no se vaya a detener, porque cuando se detenga, no importa cuando dure la alegría o el amor o la vida, habrá el momento (es inevitable que lo haya) en que todo eso cesará (probablemente sin avisar siquiera) y tu existencia será torturada.

"Feliz cumpleaños desgraciado inútil", la nota en el refrigerador que el mismo había puesto, nadie va a recordarlo, pensaba, pero no podía culparlos, no podía culpar a nadie, de no ser por esa nota el mismo no lo hubiera recordado.

A Pedro le gustaba más esa idea, la de no celebrar nada, que nadie se enterará, ¿qué debía celebrar de todos modos?, ¿la vejez?, cada segundo de que pasa la vida se consume, se acaba, se va terminando poco a poco, y cada vez más, y cada cumpleaños la gente te recuerda que te haces más y más viejo, más y más finito, y el finito de la vida viene y se acerca y no te puedes alejar, ese es el destino de un hombre, y Pedro lo sabe, más que dejar un legado, más que ser escritor o escultor o juntar la basura para en una buena noche ponerse borracho y fornicar golfas mientras una mujer que te ama te espera en casa sin saber de ti, más que cualquier otra cosa, un hombre está destinado a morir. Y con cada hombre muere también una parte de Dios, porque Dios es ese hombre.

¿Para celebrar que has vivido otro año lleno de miseria?, sería mejor que todos murieran al nacer, que la eternidad no existiera. Pero existe, pero vivimos, así que es mejor que todos se vayan al infierno.

Es cierto también que Pedro es demasiado triste, ha elegido bien, no escribe mucho ni escribe bien, pero escribe, ha decidido convertirse en escritor, era esa la única manera que tenía para lidiar con la tristeza; esa o el suicidio, pero el suicidio es cosa de hombres que no temen morir por una idea, y Pedro, al igual que todos los buenos escritores, es un cobarde.



Tal vez te guste:
El poema de Pedro. 
 

jueves, 13 de octubre de 2016

Teorema de colores y tú como coleres de mi alma.


Mi alma gris habitaba en este pecho lleno de tinieblas.
Pero cuando te encontré,
oh, amada mía,
en este cruel sendero que es la vida.

Tu faz iluminada sólo con el resplandor de tu mirar,
tú, mujer ahora, mujer por siempre, por siempre mía;
has desvanecido la penumbra de mi ser con solamente una mirada.

Oh, amada mía.
¿Cómo hacer para agradecerte el salir de este infierno de mi comodidad sin ti?
Has tomado mi esencia y le has dado vida a mi alma,
color a lo obscuro,
muerte  a la pesadez del bienestar profano.


jueves, 22 de septiembre de 2016

(Lo que no se escribe...)

Esto no debería de decirlo, porque cuando un poeta escribe sobre amor (oh, cuánto te quiero amor mío), debe ser enteramente cursi (como el brillo de tus ojos reflejado en mi memoria), se pone a los pies de su musa (ninguna de ningún poeta a lo largo del tiempo, ha sido siquiera la mitad de hermosa como sos vos, mi querida tonta, mi querida musa, ¡mi querida mía!), debe ser modesto y humilde (no tengo yo nada y nada soy sino es contigo, oh, querida niña de mi alma), debe enaltecer las bellezas y virtudes de su amada (pueden hacerlo en primera persona: mis virtudes; tener a mi lado a alguien como tú. Mis bellezas; sus ojos que me inspiran, sus labios que me llaman, sus miradas que me intrigan, su sonrisa que me encanta, su cuerpo que me exista, su sexo que aclama, sus senos que enloquecen, sus pensamientos que me tienen, sus pupilas; éstas me gobiernan. Usted, toda usted: la belleza del poeta universal).

Lo que no se dice, lo que no se debería de escribir en el amor: a veces creo que el amor se desvanece lenta, paulatinamente como el humo de su cigarrillo, a algún lugar remoto, sin nosotros, sin Dios ni diablo, sin nada ni nadie. A veces creo que no mereces tenerme contigo.






viernes, 2 de septiembre de 2016

Del amor a lo común.

No sé, aveces, siendo tan común,
por qué no dejo de pensarlo.
Mire sus ojos cafés.
Tan cafés como todos los ojos de todos los hombres de toda la tierra.
Y su mirada es tan pura, tan reconfortante,
su mirada es el reflejo de su alma;
su alma limpia y pura,
tan común como ninguna.

Esa sonrisa tan bella.
Luminosa como cualquier luna de septiembre.
Esos labios que usted tiene
y que adornan su sonrisa,
o a la inversa,
cómo saber si sus labios le adornan la sonrisa
o la sonrisa le adorna los labios,
¿cómo saberlo?,
sólo soy la dama que le quiere,
sólo soy la dama que lo adora.

Su voz, tan común,
más común aun que todo lo anterior,
como la de cualquier cantante de rock de esos que te erizan la piel,
tan provocadora esa voz suya,
que será la causante de tantas cosas que ocurrirán entre nosotros.

Y todo lo que tiene usted, eso que sé tienen todos los demás,
Al ser de usted me encanta.
Todo lo que usted dice y hace es tan especial para mí.

Pero usted es tan común.



Poema escrito por: Jenifer Pérez.

lunes, 29 de agosto de 2016

Zalihui: Velada de Rock.



Zalihui: Palabra náhuatl que significa unión.



Al despertar el sábado el sol dominaba mi cielo azul y despejado.
Lo primero que hice ese día fue desayunar, si bien, el desayuno es la comida más importante del día; en un día como éste, es todavía más importante. Y se debe desayunar como rico de la edad media, hasta el límite del cuerpo y llegar casi al vómito, comer a hartarse. Esto puede al lector parecerle exagerado, a muchos scouts les parece también exagerados, pero a los que hemos ido a este campamento de muerte y destrucción sin un mañana, personas como el chino, Amador, Ceci, Roberto y yo, sabemos que todas las calorías que una comida así pueda aportarnos, se van a quemar y muy probablemente tendrán que hacer las suyas las llamadas "fuerzas de flaqueza", así que el comer todo lo posible, más que un lujo; para el Zalihui, es una necesitad.

Así pues, después de los preparativos de rigor (menos la casa de campaña, que decidí dejar puesto que iba a la aventura, y siendo extraño que Ceci no se opusiera a tan rebuscada e imprudente opinión) emprendimos la marcha, a nuestro destino. Porque cuando uno decide ir al Zalihui, deja de ser un campamento, para convertirse en un destino.

Llegamos al parque esa tarde, una tarde como cualquier otra, soleada, como cualquier otra, con la única excepción, de que el lugar contenía scouts, y scouts, a la hora de trabajar, significa dedicación, esfuerzo y perfección, a la hora de servir, significa humildad, disposición y eficacia; así pues, a la hora de matar, significa muerte, sangre, violencia y sudor. Y esa tarde y la siguiente noche, era hora de matar.

Primer error de la tarde para todos: confirmar el registro. Hecho esto, a puño y letra, uno sellaba su propia sentencia.

Una formación general abre siempre actividades y eventos scout, sin ella no es scout, en ella se nos dijo la regla de oro: 0 groserías. Al ser scouts, Ana sabe que como jóvenes necesitamos decir cosas subidas de tono, así que hay una lista de palabras permitidas para esas ocasiones:

  • Recorcholis.
  • Repampanos.
  • Chetos.
  • Rayos.
  • Centellas.
  • Chanfle (entre otras no tan subidas de tono.)

Un scout conoce su verdadero valor y lo respeta.
Conoce el poder de su palabra y la cuida para no herir a nadie.
Por ello, palabra impura no conoce su voz.
Ni su voz palabra de maldad.





El inició, como es costumbre en este evento, una pista comando inició con las acciones, de no ser así, no lo organiza el grupo XXXI; y pues, el XXXI organizó. Así que la pista comando fue, no más pa´ calentar. Pecho lodo al inicio, porque la tierra es un lujo que se pueden dar las personas normales o los del pentatlón o militares, este pecho (para ti, mi querido lector que no puedes verme, al escribir eso me he señalado el pecho), que es scout, no conoce menos que el lodo. Seguido de la ya temida cuerda lisa, esa de las caricaturas, la que dicen imposible, algunos de nosotros con los puros brazos terminamos con esa amenaza a nuestro avance....

La pista comando, así con sus 7 pruebas (de las cuales no describí 5 para no aburrir o asustar al lector), tuvo termino, no sin antes cobrar sus lesionados de rigor, este año, sólo dos, es bueno que baje el número de éstos, al parecer ya se están aclimatando.

Los equipos se formaron y las actividades dieron así comienzo, no voy a mentir, muchas de ellas no estarán escritas aquí para reservar a los civiles de la muerte física a través de lecturas imposibles.
No obstante, escribiré una estación, de las muchas que ahí hubieron, para que se pueda apreciar, lo demandante de este rally.
El huaro, un juego scout que conlleva una cancha, dos equipos, dos palos, bastones o bordones, un circulo con mecahilo y un árbitro para hacer bulto. Cada equipo tiene un portero, el cual se va con un palo a la parte de afuera de la cancha, y permanece en un área especifica, para así atrapar el huaro (que es como se llama el circulo, que a decir verdad se puede hacer con un laso o piola de cualquier material prudente), y convertir los puntos.
Este juego es como el fútbol americano o el rugby, fuera de golpes directos, se pueden matar los unos a los otros a base de tacleadas. Con el huaro en la mano, no se pueden dar más de tres pasos, y a esto hay que sumarle la dificultad de jugar de noche, ya se jugó entre las nueve y las diez sin más iluminación que la luz de la luna tenue y creciente. Nota particular: no hubo lesionados. Nota general: Las muñecas y/o brazos pueden salir quebrados o al borde de ello. Nota del autor: No jugar sin seguro de vida o ser scout (preferentemente ambas.)

Pues a la hora de la cena se cenó (redundante o no, eso se hizo.) Unas hamburguesas muy buenas, tan buenas como nuestra hambre, tan buenas como el hambre que puede provocar un ejercicio de 6 horas ininterrumpidas.

Para relajarnos, se hizo una actividad tranquila, la cual se tuvo que repetir varias veces, seguida de roba queso y nuestro ya conocido Mongol dando clases de lenguaje en señas. Debido a unos problemas técnicos para instalar a la banda sorpresa (el Wilton rompiendo el generador y todo lo que suele hacer ese muchacho).
A las dos de aquella madrugada, fuimos a mitad del parque al toquín, el cual, sin perder tiempo, comenzó con Héroe de leyenda, sin perder ningún tiempo, siguieron con El son del dolor, y de ahí en adelante el ambiente fue en aumento. Desde el baile sin fin de La negra Tomasa hasta el triple slam en Puto. Lo que nos cuelga no dio momento alguno para el descanso, dos horas de buena música, y todos cantando puto a todo pulmón, porque a Baden Pawell no le tocó Molotov, de ser así él estaría de acuerdo.



Y siendo ya las cuatro de la mañana, con 6 horas de ejercicio, dos de concierto y un toque de diana para más poder a las 7am. una persona normal habría dormido, pero aún faltaba la fogata, cosa más que indispensable para un campamento. Que podía ir a dormir quien quisiera, eso desde después de cenar, y algunos así lo hicieron. Pero la mayoría estábamos ahí todavía, como un soldado en plena guerra; vulnerable, sin aliento casi, pero a la espera de la bomba. Y eso fue precisamente, una bomba, que tras otra hora y media de canciones y bailes junto al fuego nos mando a dormir.

Como la casa se nos fue como un lujo, sólo se había llevado (en el caso particular de mi clan) 1, la de Amador, siendo cuatro para una casa de dos, tras un acomodo muy como ortodoxo, pero necesario, dormimos lo que pudimos.

A las siete de la mañana, tal como se previno, el llamado para el ejercicio matutino se efectuó. A las siete treinta comenzó, y una hora y media más se consumió.

No mentiré, se me arrebato mi tercer invicto, el lunes fui a estudiar en modo zombie, mi espinilla derecha tiene una contusión más grande que el chamorro de la misma. A estas alturas me duele incluso el hecho de escribir. Y si me dijeran que volviera a ir aun sabiendo que perdería y me dolerian los huesos internamente de ellos mismos. Yo si volvía.

Con 10 horas más de ejercicio, un toquín de dos horas, una fogata de hora y media, un mal sueño apretado en una casa de campaña de un tamaño bastante pequeño que me dieron ganas de rayar el recorcholis de  todos y sacarlos a patadas para dormir yo solo, me di el lujo de entablar un espaldas planas con un scouter que me doblaba la edad, me llevaba quince kg, y estaba bien descansado. Y lo tuve mío en dos ocasiones, fuera del las cuales no vi la mía. Bueno y sano lo terminaba sin problema alguno, pues me ganó jadeando.



Nota: A ti, participante o staff de la velada, perdona si mi descripción de la misma a sido muy personal, pero yo sólo conozco mi perspectiva, de tener tu propio relato, puedes mandarlo y gustoso será publicado.

viernes, 5 de agosto de 2016

Usted:



Realmente no tengo nada que decir, le escribo; porque me gusta imaginar que usted me lee.
El otro día (¿o era de noche?, no importa mucho el día o la noche aquí,, la otra vez, digamos) le vi sonriendo. Quiero decirle que su sonrisa es hermosa.
Admítolo, dista mucho de ser la más hermosa que he visto, pero es suya. Y usted, por alguna extraña razón me gusta mucho, por lo tanto, su sonrisa es de las más hermosas que he tenido el placer de vislumbrar.

Tal vez, alguno de estos días o de aquellas noches (el tiempo no me importa si de usted se trata), se presente la oportunidad de entregarle una de estas cartas. Quién sabe, tal vez, estás letras puedan robarle si quiera una sonrisa.

No voy a decirle más de lo que necesita saber, quiero decirle que le quiero, que me tiene loco, que pensar en usted me eriza la piel, y el simple hecho de saber que existe hace que mi corazón palpite, que amo su sonrisa, su bella y linda sonrisa que me tiene completamente vivo en este mundo de muerte y destrucción.
En pocas palabras que usted:

miércoles, 3 de agosto de 2016

De un poeta jodido.

-Estoy completamente jodido -dijo el poeta.

-¿Lo estás? -Preguntó su amigo, el filósofo.

-Sí, lo descubrí esta madrugada, no he dormido nada, he pasado un insomnio lleno de suspiros pensando -(así, como suelen pasar los insomnios de un poeta).

-¿En qué pensabas? -Preguntó el filósofo, pero sin la menor duda de cuál sería la resuesta, pues era obvio para él, así como es obvio para ti que ahora lo lees: el poeta estaba enamorado.

El poeta llevó su mano derecha a la nuca (así como lo hacen los poetas), aspiro el aire fresco del bosque (con esa profundidad que aspiran los poetas cuando sus pensamientos son tan profundos como los latidos de su corazón.)

"En ella" -Dijo en medio de un largo y sincero suspiro (así como suelen ser los suspiros de un poeta).

-¿Te has enamorado?, ¿quién es ella?

 -Sí, estoy completamente enamorado. Pero no sé quién sea, lo que he pasado hoy no se compara con lo que ella pasa por mí, cada noche toma mis versos o prosas y me lee, y no le importa dejar de dormir a cambio de mis letras. Una mujer así, que me dedica sus noches y mañanas, que suspira con mis versos, merece todo, merece el mundo, merece el amor que yo le tengo. Merece más.

>>Si tan sólo ella supiera que todas esas cosas que ella lee y de las que tanto gusta; no las habría podido escribir sin su existencia, si supiera que la única razón por la que escribo es que ella me lea. Pero no lo sabe, y yo tengo que escribir aunque no lo haga, y ella me tiene que leer pensando que escribo para alguien más ¡qué cruel es el destino!, pero si en ocasión alguna te la encuentras, a ella: mi lectora. Hazme el favor de decirle que la amo.


viernes, 17 de junio de 2016

Una cita y mi filosofía.

"No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser."

-Miguel de Cervantes.


"Ama ser quien eres. Pero mejora."

-Alonso Gonzalez.

martes, 31 de mayo de 2016

La sangre ama a la sangre



Ella despertó agitada. No era una buena noche para soñar; pero en realidad, nunca lo era.
Había tenido una pesadilla, una de esas pesadillas que se tienen después de un trauma. A los 13 años, su padre la había violado, Ella tenía la pesadilla de aquella violación todas las noches, e incluso después de que a esa le siguieran muchas más, Ella siempre soñaba con la primera ocasión que tuvo lugar a un ataque tan brutal como aquel.
Esa noche fue algo diferente, fue un sueño que pudo sentir hasta la parte más profunda de los huesos. Despertó, pero no despertó como siempre lo hacía, esa noche fue algo especial, esa noche, podría jurar, que se pudo ver un rojo resplandor cuando la luna le iluminó los ojos, antes verdes. Y Ella sabía qué hacer. Su padre entro, como de costumbre, con las manos sobre el cinturón, Ella le pidió 5 minutos, su padre concedió, hacía ya mucho tiempo desde que Ella dejo de oponer resistencia, pues sabía que de hacerlo sería aún peor para su ya lastimado cuerpo. Ella entró al baño, se arregló, se puso lo más linda que pudo para su padre, pues sería la última vez que le daría placer, así que debía darle el mayor posible, y así fue, su padre nunca estuvo tan feliz, y nunca sintió caricias más suaves en el área púbica, ¡jamás se la habían mamado tan rico maldita sea! Ella sentía nauseas, el ver la cara de felicidad de ese bastardo, ¿cómo podía disfrutar tanto el tener a su hija sumida entre la perversión? Quería levantar el cuchillo que tomo del baño y apuñalarlo sin más. Pero no, no podía hacer eso. Esa noche sería el final de una adolescencia llena de malos infortunios: ese final sería perfecto. Sí, no debía precipitarse. Lo haría tal como lo pensó al despertar, cuando la luna resplandeció en un tono escarlata en la pupila de sus ojos, antes verdes. Debía matarlo en el sexo, ser paciente con él, darle el mayor placer, (regla general de lo directamente proporcional), darle el mayor suplicio (a mayor goce, mayor dolor), esperar el momento exacto del éxtasis de su amante, luego atacar.

Y así fue, espero el momento, cuando su padre llego al éxtasis total, de su boca dejo escapar un gemido de (para él) glorioso placer, un gemido que supero por mucho al de las otras ocasiones. Y Ella lo supo, ese era el momento. Levantó la mirada (aún con el miembro de su amante entre los labios), y su padre, pudo ver a la luz de la luna, el rostro de su hija, con las pupilas tan rojas como la sangre misma, y su rostro (el de él) dejo escapar una expresión de temor. Un (esta vez para Ella) glorioso temor tan grande, como  nunca había sentido en la vida. Ella separó sus labios de aquel repugnante pene y con la mano derecha lo empuño, levantó el cuchillo con la mano izquierda, y lo corto de un tajo. Su padre no tuvo oportunidad de reaccionar siquiera, todo había acontecido con tal velocidad, que ni siquiera fue capaz de percibir cuando su expresión pasó del temor a la agonía. Pero Ella sí. Ella lo presenció todo con una verdadera satisfacción en el alma.
Para cuando su padre recuperó el control, Ella introdujo el miembro amputado en la boca de él, con ayuda de ese mismo poder misterioso que le dio la convicción de hacer lo que hizo, y que le volvió los ojos rojos, antes verdes, al contacto con la luna; también la llenó de un gran poder desconocido.

Lo obligó a masticar, era tan emífera (brutal para él, celestial para Ella) cada lágrima en el rostro de aquel desgraciado (ya no más su padre, que alguien quemé las páginas de esta historia si vuelvo a llamarle de esa forma.) Que Ella estuvo al borde de las lágrimas (de felicidad).
           
En la pared, con la sangre de su víctima, vislumbraba la frase:

La sangre ama a la sangre; la muerte… también.


/***/


La satisfacción de tomar venganza fue grande. Y sus diabólicos ojos rojos, antes verdes, se veían más diabólicos con aquella despiadada sonrisa. La noche entera se llenó de niebla…

Al desertar, el remordimiento no pasaba desapercibido, no quería volver a hacerlo. No lo volvería hacer, trataría de borrar ese evento de su mente, y viviría con sus ojos, ahora verdes, verdes siempre. No se plantaría si quiera la posibilidad de matar de nuevo, y un día sería feliz, jamás volvería provocar el dolor ajeno.
Una noche solitaria, caminaba en soledad, solitaria la noche, solitaria Ella, solitario el viento y solitario en tiempo ¡ah, maldita soledad que la embargaba! Un  desgarrador acontecimiento tuvo lugar ante sus preciosos ojos, ahora verdes. Algo que no debió acontecer, ni ante Ella, ni ante nadie, ni con falta de testigos. Algo que simplemente no debería de pasar jamás. Pero pasó. Pasó y le recordó todo el sufrimiento que sintió alguna vez hasta lo más profundo de su alma.

En la solitaria caminata, por la solitaria calle, un solitario caballero caminaba, parecía normal, algo en su corazón –quiere suponer que fue su corazón- le hizo seguirle.
Cuando llegaron a una calle solitaria (más solitaria aun que el resto de la vida), donde sólo habitaban ellos tres, él, Ella, y la mima que él venía siguiendo, Ella no se había percatado de la mima –vaya, sí que venía distraída-, él acelera el paso, toma a la mima del cuello, Ella espera un grito. Pero no. Ni una palabra. Ni un sonido. Sus ojos coinciden un momento. Ella lo sabe, no habrá ruido alguno proveniente de ella, el silencio es la esencia de un mimo, nadie debería de traicionar su esencia. Y ella, no lo haría...
Ese contacto duró solo un instante, porque para cuando aquel sujeto la soltó del cuello, fue con una fuerza brutal, que usó para lanzarla dentro de un callejón oscuro. Jamás se dio cuenta de que Ella lo seguía. Comenzó la acción arrancando la blusa de aquella linda mima, porque era linda, los ojos de Ella, ahora verdes, tenían (por alguna extraña razón), la capacidad de verlo todo a la perfección, como si no fuese de noche, como si las leyes naturales de la visibilidad humana no aplicaran para Ella.

Era una adolescente, sus pechos no completamente desarrollados indicaban eso, su cara, oculta tras el blanco maquillaje, no indicaba más de quince años. Y su mirada, su profunda mirada, sumida en el dolor, no expresaba más que sufrimiento, pero sus labios, esos no expresaban gemido ni sonido alguno, ni una palabra, ni un ruido, el silencio era la esencia de un mimo, nadie debería traicionarla. Y ella, no lo haría…

Cuando estaba penetrando en la vagina, claramente virginal, en un momento, y de manera abrupta, inesperada para la espectadora, retiró su miembro del lugar sangrante. A ella la colocó de rodillas, con la mano izquierda la sujetaba del cabello, castaño, muy maltratado, como el resto de su cuerpo. Y se masturbo, de manera que la eyaculación cayera entre los senos de aquella inocente jovencita.

Ella se ocultó tras el muro, el violador salió corriendo del callejón, Ella entró, se arrodillo junto a la joven, que había envejecido años en cuestión de segundos, miró su cara, que oculta tras el blanco maquillaje, no indicaba menos de cuarenta años. Y su mirada, su profunda mirada, sumida en el dolor. Ella levantó la vista, se pudo ver un rojo resplandor cuando la luna le iluminó los ojos, antes verdes. Y Ella sabía qué hacer.

Volvió a mirar a la joven, ahora vieja, rodeó con sus manos aquel cráneo envejecido, se inclinó, besó aquella arrugada frente, y con un movimiento tenaz, apenas perceptible, le mató. Esa noche lloró amargamente.

/***/

Cuando la luna pasó y el sol volvió a surcar los cielos, Ella se retiró temprano de la universidad, fue a una tienda, donde compró todo lo necesario para ser un mimo. A excepción de la esencia, porque la esencia de un mimo no es algo que se pueda comprar en las tiendas. Era el silencio; y eso es algo que debes tener arraigado hasta lo más profundo del alma, era algo que no se debía traicionar. Y Ella, no lo haría…

Se vistió con su ropa nueva, una falda negra estilo rock and roll tres dedos por encima de las rodillas, una medias con rayas blancas y negras a manera horizontal que llegaban tres dedos por debajo de la falda. Una camisa (también a rayas), unos tirantes negros de la falda a los hombros, al frente y a la espalda, y un maquillaje blanco con el que cubrió su rostro, el pelo lo dejó suelto. Su cabello suelto, lucía hermoso. Y Ella lo sabía.

Salió a la calle donde se encontró a aquel sujeto la noche anterior, no tuvo necesidad de actuar, pues estaba sola en una calle solitaria. Un frío viento solitario la embargó, y tras un solitario tiempo (más solitario aun que el resto de la vida); él apareció, y a los ojos de Ella, ahora verdes, le pareció repugnante. Con una coqueta sonrisa, un movimiento del dedo índice de la mano izquierda, un ligero movimiento de cadera –del que ningún hombre sería capaz de resistir- le invitó a seguirle. Y él le siguió.
Pasaron la calles, calles que ambos sabían de memoria, y llegaron a un callejón, donde Ella entró, seguida de él, era de noche, y la oscuridad era plena, aquella muchacha había firmado su sentencia, y justo cuando fue a arrancarle la blusa de un tiro, ésta ya estaba en el suelo, mientras Ella, con sus manos, se apretaba cada uno de sus pechos, con  lo cual, lucían más perfectos y redondos. Las manos de Ella sobre sus pechos pronto fueron suplidas por las de él, para después retirarse dando paso a la lengua, que desarrollaba su trabajo, mientras las manos, ahora libres, se deshacían de la molesta falda, Ella sabía a lo que venía; no había ropa interior, y cuando la mano bajo hasta una de sus medias, Ella despegó los cuerpos, otra mirada coqueta, un  movimiento indicador de “no” con el dedo, que después introdujo la boca de él fueron suficientes, para que no volviera a tocar las medias en todo el sexo. Comenzó a penetrar en su cuerpo, mientras le pedía un gemido de placer, pero no hubo nada, Ella en sus ojos expresaba placer, pero sus labios, esos no expresaban gemido ni sonido alguno, ni una palabra, ni un ruido, el silencio era la esencia de un mimo, y eso es algo que debes tener arraigado hasta lo más profundo del alma, era algo que no se debía traicionar. Y Ella, no lo haría…
Pedirle que gimiera para él, pobre bastardo, ni siquiera sospecho lo que venía. Quería levantar el cuchillo y apuñalarlo sin más. Pero no, no podía hacer eso. Esa noche sería la venganza de una adolescencia llena de malos infortunios: algo que debía de ser perfecto. Sí, no debía precipitarse. Lo haría tal como lo pensó al presenciar, cuando la luna resplandeció en un tono escarlata en la pupila de sus ojos, antes verdes. Debía matarlo en el sexo, darle el mayor placer, el mayor placer posible, (regla general de lo directamente proporcional), darle el mayor suplicio. Alargar su dolor, esperar el momento exacto del éxtasis de su amante para atacar.
En un momento, de manera abrupta, y ya esperada para Ella, retiró su miembro del lugar amante. Ella se irguió, puesta de rodillas, para que su pene apuntara entre sus pechos, y puso ambas manos sobre el miembro antes de él que terminara de formar ideas, ahora, la mano izquierda del sujeto no jalaba, sino que acariciaba su cabello. Y a la primera jota de semen entre seno y seno lo supo, ese era el momento. Levantó la mirada (aún con el miembro de su amante entre las manos), y él, pudo ver a la luz de la luna, el rostro de su amante, con las pupilas tan rojas como la sangre misma, y su rostro (el de él) dejo escapar una expresión de temor. Un glorioso temor tan grande, como nunca había sentido en la vida. Ella separó una mano de aquel repugnante pene, que  dejo en su otra mano, levantó el cuchillo, que había oculto en una de sus medias con la mano izquierda, y lo corto de un tajo. Posteriormente le cortó la lengua, hizo círculos con ella sobre sus hermosos pechos. Después, con todo el cuidado del mundo, acostó boca arriba al sujeto, se sentó, aún desnuda, en su zona púbica, ahora castrada, e hizo una delicada –no quería que muriera. No todavía- incisión en su pecho, del lado derecho, y ahí le introdujo el pene recién cortado.

Era emífero (brutal para él, celestial para Ella) como las lágrimas en el rostro de aquel infeliz (feliz hasta hace unos minutos) brotaban para no tener fin.
Después de un momento de placer. Lo apuñalo. Él murió al instante.

La satisfacción de tomar venganza fue grande. Y sus diabólicos ojos rojos, antes verdes, se veían más diabólicos con aquella despiadada sonrisa. La noche entera se llenó de niebla…

En la pared, con la sangre de su víctima, vislumbraba la frase:

Quien no tiene voz; escribe…

…/***/…







-Alonso Gonzalez.

martes, 10 de mayo de 2016

De un idiota a su madre.

Tras haberme
Resistido
Enteramente al bello
Sentimiento que me ofreces.

Miento al decir que te soy
Indiferente. Siempre te quiero
Largamente en mis horas más oscuras.

Lamento ser idiota, protestar contra el
Amor que diariamente me demuestras.
Tú que siempre me entregas tu ser,
Incluso hasta quedar vacía;
Dónde descansan mis ojos en las noches de
Oscuridad; en ti, mi
Sueño más querido.

(Yo no puedo pedir sino perdón).

Uvas frescas por la tarde,
Nunca olvides ser feliz.

A veces me aterra pensar que por mi indiferencia
Mueres. Me
Odio a mí mismo por tenerte este
Regalo lleno de insípidos recuerdos.

Tal vez eres la
Única que puede entender como te quiero.

Lívidas
Ansias.

Dando amor
A todo acto, siendo mi
Madre en cada
Aspecto
Debo decir que un
Enorme sin sentido invadiría
Mi alma si no estuvieras.
Imágenes de
Vida
Invaden la mente de este soñador, le
Da esperanza y fortaleza saber que siempre
Albergaré tu amor.

(Siempre tuyo,
el ser que te ama como no lo acepta).

domingo, 1 de mayo de 2016

Aniversario del (Des)Amor (II)

Beldad osada recorre
e invade
libremente mi mente y mi
corazón,
y me hace querer ver la sonrisa que me tiene muerto cada vez un poco más.

Mientras tanto, en el
infinito el amor se hace cada vez más eterno.

Puedo decir que mi corazón sucumbe al
riesgo de morir en un
instante cuando, a sabiendas del peligro, recuerdo tu sonrisa.
nunca volveré a nacer
como cada que miraba en el
espejo de mi alma;
siempre miraba tus ojos; siempre
al sol de ambos un momento, muerte del amor, vida de mi vida.

Durante
estos días

Los
osados
sueños

Orbitan
justamente la mente
o alma de este
simple soñador (soñador de ti, de los sueños tuyos que lo invaden).

Grandes son los
ríos que
incesantemente hacen fluir
sobre mi mente los
espejismos tuyos,
sobre mi alma que te extraña.


jueves, 21 de abril de 2016

Del Olvido.


-Olvídate de mí -dijo ella, con el profundo café de sus ojos al borde de las lágrimas.

-¿Por qué quieres que te olvide? -pregunté yo, como ha de suponerse, mi desconcierto era grande.

-Lo mejor es que me olvides, la decisión está tomada.

Dudé un momento de lo que había escuchado, sus incoherencias jamás eran tan tontas, ella siempre se reservaba una pizca de cordura en cada tontería.

-¿Quién te crees tú para decidir por los dos, por ti y por mí, y por mi olvido, el olvido es mío, tengo más derecho yo a decidir sobre él.

-Cabrón -era tan linda insultando, ella siempre se reservaba una pizca de dulzura en cada una de sus injurias-. He dicho que me olvides, es lo mejor para ambos.

Y la olvidé.

Hace unos días la vi de nuevo (quiero suponer que era ella).

-¿Acaso me has olvidado?

-Ha de perdonar usted, señorita de faz presiosa e insomnio en la mirada; la memoria de éste pobre caballero, pero de haberle conocido, así es, yo ya la he olvidado.

-Quizás yo pueda ayudarte a recordar, yo soy aquella a quien jamás conociste, aquella a la que jamás le dedicaste prosas ni palabras de amor. Aquella joven que vive en el pasado, sin ansia alguna de conocer la vida en un futuro. La joven con la que nunca estuviste en ningún lugar y ya no recuerdas.

Yo estaba ahí, escuchando cada palabra de aquella, tan hermosa joven de faz presiosa e insomnio en la mirada, y ella, sabiendo que escuchaba, seguía su tan poético discurso:

-La que se olvido de sí misma y de ti (esto no lo dijo, pero se había olvidado más de sí misma que de mí, y aquí fue cuando comprendí, que ella y yo debíamos de estar juntos). Yo soy aquella por la cual jamás has de sentir nada. Porque he de lastimarte, te romperé y te dejaré el corazón -de seguir entero- hecho pedazos. Aquella... -perdió el aliento, realmente tenía mucho guardado en el pecho o en la mente o en la boca o en la lengua o dónde sea, pero debía sacarlo, y estaba ahí, y lo haría-.

Lo lamento, he olvidado el final de su discurso. 

Terminó ella de hablar, yo comence con mí respuesta, no importaba quién era, la había encontrado, nuestras vidas se cruzaban nuevamente, y no podía dejar que se escapará de mis manos.

-Joven, a la que no obstante me gustaría conocer, aquella a la que no he, pero podría dedicarle prosas y palabras. Tal vez no quiera hacer que olvide su pasado, pero pueda mostrarle lo lindo que puede llegar a ser (no tanto el futuro) el presente. Esa joven con la nunca he estado en ningún lugar conocido, con ella, todos por conocer, a la que ya no recuerdo, pero que en mi mente puede volver a nacer. 

 Ella estaba ahí, escuchando cada palabra de este, tan funesto joven de faz morena y suelos en la mirada (suelos, porque la mirada siempre indicaba una caída), y yo, sabiendo que escuchaba, seguía el (ahora mío) tan poético discurso:

-La joven que debe recordarse a sí misma, no tanto a mí, conmigo otra historia a de venir. Aquella joven que fue marcada por el destino para que jamás apreciase ni sintiera nada, pero véame aquí, desafiando al destino (sería sencillo si lo desafiara a mi lado). Aquella con la que me sentiría honrado salir lastimado. Aquella, -dije para concluir- con la que crearé un nuevo final. 

Ella penso un momento, se quedo ahí, inmóvil, podría juarar que en sus ojos podía reflejar sus pensamientos.

-Me mueven tus palabras y me desafían las letras. 

Ya lo había decidido, la joven que tenía frente a mí, la de la faz preciosa e imsonnio en la mirada, me tenía fasinado, imaginar las palabras en su mente, conocer cada una de sus letras, convinar está vida con literatura viva. No cabía duda, ella estaba hecha para mí.

>>Por favor basta, detente. Quizá a ti no importaría salir dañado. Pero ¿qué hay de mi? Quizás está historia me terminará de destrozar. Estoy hecha añicos. No quiero arrastrarlo aún infierno al que usted (la perdía, paso de hablar de tú a decir usted, ¿qué se hace en estos casos?) no ha de pertenecer. Por que más allá de lo que piensa estoy jodida de mil maneras...





-Tener el corazón roto es una buena señal, quiere decir: qué hubo algo -Respondí, eso lo había leído alguna vez en alguna parte, no en un libro, tenía una autora (estoy seguro de que es mujer), pero no de un libro, una red social, creo.)

-No lo sé... -esa fue su respuesta.

-Qué opinas, ¿quieres ayudarme a morir un poco más? -esa fue mi pregunta. 

-Quiero que seas feliz. No me permitiré lastimarte. 

-Pero, ¿qué es la felicidad, si no es con vos? 

-Felicidad... Por favor Alfonso (ella sabía mi nombre, creo que sí, alguna vez debimos conocernos en el pasado lejano, distante y remoto.), no quiero hacerte daño. No otra vez. He dañado a demasiadas personas. Y no quiero que seas una de ellas. He pedido tregua y redención. No puedo mantener un cariño que sea estable. 

-No necesito que lo hagas, pero quiero saber que me quieres (como estoy seguro que lo haces), quiero saber que soy importante para ti (como estoy seguro que lo soy), quiero saber que por esto que sientes por mí cuando me escuchas y cuando me piensas (por que estoy seguro que me piensa) lo vas a intentar para estar conmigo. 

-No quiero. No te quiero. No siento nada cuando te escucho. Detesto lo que me hablas. Aléjate ahora, antes de que sea tarde. 

-Eres tan linda cuando estás en negación. 

-No lo intentaré. Estoy cansada. No quiero intentar, no quiero llenarme de falsas esperanzas de algo que no sucederá. Deja de decirme esas cosas. Olvidate de esto. Quita esa idea de tu mente. Yo no soy para ti. Y tú no eres para mi. Por favor. Tú eres el único que podría entenderlo... Por favor... No quiero morir... No de nuevo...

La soledad en sus ojos, yo conocía esa desdicha, esa desesperanza me la había cruzado muchas veces antes, en un artefacto de brujería, espejo, le llamaban.

-Soy el único que lo entiende, y es por eso que soy el único hecho para ti, no morirás, no de nuevo, y serás como un Fénix, yo su llanto, he de llorar en ti, sanaré tus heridas y resurgirás de las cenizas, yo seré como el corazón de la tarde cuando todo acabe, y palpitaré tan lento como un bisonte en
agonía1, pero volveré a vivir, como tú lo harás también, como yo te ayudaré a hacerlo. 

-No, no lo harás. Ya lo han intentado. Me han prometido y dicho todo lo que cualquiera podría prometer y decir.. Por eso es que no lo haré. 

-No te han dicho lo que yo, sí quieres, terminarás por intentarlo, porque no importa lo arrogante que esto suene, jamás te habías encontrado a alguien como yo. No deberías negarte a algo que añoras con toda el alma. 

-No lo voy a intentar. 

-Estamos jodidos entonces. -Y lo estabamos, porque en ese momento entendí, que ella había vuelto a elegir por los dos, aún no sabía, de dónde le venía ese derecho, pero así había sido, y ya no podía hacer nada. 

Aquí, en este preciso punto donde estoy parado, estaba parado aquel día, aquí, en último sol de la última tarde, vi alejarse la silueta de aquella bella y hermosa joven de faz preciosa e insomnio en la mirada.

1 Alusión al poema el corazón de la tarde de Sinué Félix.