viernes, 30 de enero de 2015

El Corazón Recuerda

"Mi necesidad de verla era tanta que dolía". 

-Lorena Amkie.

Recuerdo aquel día como recuerdo pocas cosas en la vida, con un recuerdo vívido, más que vívido, es una de esas veces que no se recuerdan con la mente sino con el corazón, y cuando se recuerda con el corazón tu cuerpo queda vacío, tu corazón recuerda y tu alma viaja en el recuerdo, y tu cuerpo inerte en la silla no deja de contemplar aquella foto, aquel corazón y aquella alma divagante en el recuerdo de esa niña:
Yo había ido al parque, primero fui a los columpios, ¿imaginan a un joven de 15 años en los columpios?, en ese entonces yo tenía 15 años, recuerdo tenerlos y tener la cadena del columpio sujeta entre mis manos para no caer, al tiempo me aburrí, así que baje del columpio, también recuerdo que antes me divertía más, ahora sólo era un péndulo (y eso era fascinante, debo admitir que la idea del péndulo me parece fabulosa), al que a veces le daba con el suficiente vuelo para sentir la adrenalina correr con mi sangre por mi cabeza.  Fui a una mesita donde había sombra, la cual provenía de un gran y majestuoso árbol que estaba a mi lado izquierdo, eran las 10 de la mañana, quiere decir que el este estaba a mi lado izquierdo. Tomé un libro de poemas que llevaba conmigo, del autor: Jaime Sabines, mi poeta favorito. Y así seguí leyendo un rato.

Levanté la vista, había una linda niña jugando allá adelante, (pero no me crean un pedofilo pervertido, cuando digo niña me refiero a que tenía más o menos mi edad).
La miré fascinado, como si fuera la cosa más bonita que hubiera visto en mi vida, (y así era, ella era la cosa más bonita que había visto en mi vida).

Decidí acercarme, expuesto a que me rechazara.
-Hola -dije yo. Nervioso, infinitamente nervioso, pero podría jurar que por fuera aún parecía en control de mí. Ella se acercó y me dijo hola, mis manos comenzaron a temblar,  la sangre en mi cabeza me haría colapsar, mis pensamientos me llenaban el cerebro todos a la vez y yo sólo me consolaba en sus ojos verdes, que con el sol podían parecer azules pero no, eran verdes, enteramente verdes y eso me encantó, así como me encantó todo su ser, pero mis manos seguían temblando, en ese momento mis nervios si eran infinitos, ya no podía disimular, le pedí una foto y accedió, la tomé con mis manos temblorosas, ella salió hermosa, la miré una vez más a los ojos verdes... Quería quedarme ahí por siempre mirándola, quedarme mirándola por siempre, por siempre y un día más, pero mis manos seguían temblando y mis nervios me vencieron, tenía miedo, miedo de arruinarlo todo, y lo arruiné, ese miedo que sentí me hizo huir.

No la volví a ver, pero al menos conservo su foto.
Esa que ahora mismo miro para recordar.
O mejor dicho, miro al recordar.

lunes, 26 de enero de 2015

Sin Dejar De Sonreir

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

 -Jaime Sabines. 

Quiero escribir en la oscuridad su nombre, quiero escribirle que la quiero, perdón por hablarle de usted pero la quiero, y hoy la quiero como tantas noches, como tantos días, así, como es y como soy, la quiero al escribirle a las tres con diez de la mañana, al pensar en usted a la misma hora, al pensar en usted a cualquier hora, en cualquier momento, la quiero al buscar algo en mi memoria y toparme con usted a cada instante.

Perdón que este despierto escribiendo para usted de madrugada, pero es cuando puedo quererla sin prisa, sin arrebatos, es cuando el mundo duerme y yo la puedo pensar tranquilo, cuando el tiempo se detiene para que yo piense en usted sin interrupciones, para que el café de sus ojos me provoque insomnio, para que susurre su nombre en silencio, y repita el susurro una y otra vez incansablemente, (porque yo pienso en usted incansablemente).

Desde hace dos noches está nublado, sólo se ve una estrella, y sé que detrás de esas nubes hay millones de estrellas, y sólo soy capaz de verla a ella.
Algo similar me pasa a mí, desde hace tiempo mi corazón está nublado, sólo se ve una niña, y sé que detrás de esas nubes hay millones de niñas, y sólo soy capaz de verla a usted, y sólo tengo ojos para usted.

Quisiera tenerla en frente e invitarle un café y que me responda:
-El café me pone ansiosa-.
Y entonces responder:
-A mí usted me pone ansioso-. Y con ello robarle una sonrisa, y guardarla en mi memoria para siempre.

Quisiera mirarla a los ojos y sonreír, y que usted también sonría, con su sonrisa que bien podría matarme de un suspiro, y así, sonriendo, pedirle que sea  mi novia, y que usted, sin dejar de sonreír, diga que sí.

sábado, 24 de enero de 2015

Nudillos sangrantes

La represión es el suicidio... muy lento, por supuesto.

-Osho.

Es una bella noche, necesito pensar, o no pensar en realidad. Necesito subir a la azotea y no pensar, cuando es de noche, lo mejor es subir a la azotea y mirar estrellas. Subo, entonces, veo las estrellas y no pienso, sólo miro: una, dos, tres... me gusta contar las estrellas, hay dos formas de hacerlo, una: las que eres capaz de mirar. Dos: las que eres capaz de imaginar. La primera siempre te dará el mismo resultado: uno, dos, tres... Pero la segunda, la segunda puede variar según el imaginante, puede que no se llegue a imaginar ninguna, o que imagine un millón, o dos billones, o tres trillones según sea el caso, yo una vez imaginé tres trillones, pero contar esas estrellas una a una es imposible, contar estrellas una a una es una quimera. A mí me gustan las quimeras.

Finalmente decido que necesito desahogarme, golpear una roca, golpear sin pensar, uno, dos, tres golpes, y repetir uno, dos, tres golpes, pero esta vez gritar fuerte, con toda el alma, tomar todo el dolor que algún día reprimí y sacarlo en ese grito alto, fuerte, con todo el corazón, gritar hasta que la sangre fluya en mi garganta y llorar de rabia, de dolor, de alegría, de todos los sentimientos que alguna vez tuve que reprimir en mi pecho. Preferiblemente de dolor, siempre es mejor llorar de sufrimiento, las lágrimas son más dulces, más sinceras y vienen de lo más profundo del alma. Después de llorar quiero mirar la roca y ver como ninguno de mis golpes le ha dolido, quiero odiarla con toda el alma y suplicar a dios que me permita tampoco sentir dolor. Me gustaría tomar mi ira y el resto de mis sentimientos hechos caos en mi interior para golpear con ellos a la maldita roca sin importarme si siente o no siente. Golpear tan fuerte y tantas veces que la sangre comience a salir de mis nudillos pidiendo clemencia, y el lugar de detenerme gritar otra vez, más fuerte todavía, hasta que mi grito quede ahogado en mi afónica garganta y la sangre manche mi rostro.

No importan mis nudillos rotos, ni mi carne deshecha sin piel, ni dueño, ni vida, ni muerte. Seré ira liberada y romperé mis venas para morir desangrado. Necesito morir liberando el dolor, siempre duele tener que tragarte tus propios sentimientos, yo ya me harté.




miércoles, 21 de enero de 2015

Perdido en su mirada

«Y pasa que cuando miras demasiado a una mujer, de repente, de golpe e inadvertidamente, te enamoras perdidamente, tanto así que uno queda irreconocible». 

 -Erick Quezada.

Ayer estaba en el café de siempre, leyendo, como siempre, iba a la mitad del libro el amor en tiempos de cólera, tenía un café en la mesa y tomé de él hasta terminarlo todo, pedí otro y continué con mi lectura...

Una muchacha entró y se sentó en la mesa frente a la mía, me miró curiosa, yo la miré mientras fingía leer, pidió un capuchino y un cenicero, me limité a mirar mientras fumaba mi primer cigarro de la noche (que ya tenía encendido y a punto de verse terminado).
El mesero trajo su capuchino y el cenicero, ella disolvió tres cubos de azúcar en su café, saco una hoja de papel, le prendió fuego y dejo morir en el cenicero, le dio un trago al capuchino y lo dejo de nuevo en la mesa, cerró los ojos y sonrió, le di la última fumada al cigarro y lo deje morir en mi cenicero, afuera llovía, a mí me gusta fumar cuando está lloviendo, busqué la cajetilla para tomar otro cigarro y mis dedos notaron que solo quedaban dos, no los tomé, decidí guardarlos para más tarde, ella tomó su bolso y sacó el mismo libro que yo fingía leer mientras la miraba. Leyó un rato mientras yo fingía, me miraba ocasionalmente, creó que sabía que la miraba, tal vez lo había notado porque nunca pensé en cambiar la página, un error de novato. Me sentía como Florentino Ariza en el parquecito, fingiendo leer para ver a Fermina Daza. Me miró de lleno con sus bellos ojos cafés y yo me perdí en su mirada... quién sabe cuánto tiempo permanecí perdido, pudieron ser horas o días o meses o solo un instante.

-Sara. -susurré.

Ella se levantó de su asiento, tomó su capuchino y vino hacía mi mesa, se sentó frente a mí, dejando atrás el cenicero con la hoja de papel quemada, no apartaba sus ojos de los míos, le dio un trago al capuchino y lo dejo de nuevo en la mesa (en mi mesa), cerró los ojos y sonrió... cerró los ojos y por fin fui consciente de mí otra vez. Su sonrisa era espléndida, perfecta, ella en sí era perfecta. Abrió los ojos, cerró el libro y lo puso en la mesa, hice lo mismo, fingir leer ya no servía de nada, cruzó su mirada con la mía y preguntó: "¿Sara?"

-Sara significa princesa. -Dije tartamudeando. Sonrió con esa sonrisa linda y dulce y cálida que tienen las princesas en las películas de niños.
-¿te parezco una princesa? -, dijo en tono burlón y dulce, siendo cruel pero haciéndome saber que no había respondido mal del todo.
Con esa pregunta se ruborizó mi cara y se aceleró mi corazón, podía escuchar sus latidos retumbar en mi cabeza, baje la mirada, sabiendo que me costaría la vida, ella llevó su mano a mi barbilla y levantó mi rostro, volvimos a vernos a los ojos y supe que no podía huir, me perdonó la vida, pero qué difícil verla y no morir.

-Eres demasiado linda para ser una princesa. -Respondí, esta vez sin tartamudear.

Ella se puso de pie, se acercó a mí, acarició mi mejilla y me besó los labios, pudimos besarnos toda la vida o un segundo solo, no lo sé. Cuando terminó se fue sin decir palabra ni emitir sonido ni gesto alguno, ni un adiós, ni un hasta pronto. Solo se fue, y con ella se llevó mi corazón.

Yo me fumé mis últimos dos cigarros antes de marcharme.

Hoy sigo leyendo este libro interminable, o mejor dicho, sigo fingiendo leer mientras miró fijamente esa mesa donde se sentó hace cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días.



miércoles, 14 de enero de 2015

Una bala o la mierda que traigo en la cabeza (II)

"Tenía ganas de llorar, pero las lágrimas no venían, era como si estuviera helada por dentro y por fuera, totalmente seca y helada".

 -Lorena Amkie. 

No tenía ganas de hablar con nadie, seguramente por eso el universo aprovecho y me puso a prueba. Se acercó a mí y me habló, me preguntó que tenía, era él, verdaderamente él, no lo estaba alucinando, maldita mierda, he pasado la vida esperando a que me hablara y ahora ésto, esto de estar triste cuando lo hace, no demasiado, lo suficiente para no disfrutar su masculina voz, su voz tranquilizadora y comprensiva que me preguntaba que tenía, debía responder, lleve mis manos al rostro para limpiar las lágrimas que me escurrían por las mejillas y nada, absolutamente nada, mi rostro estaba seco, más que seco incluso, yo esperaba un oasis y no encontré más que un desierto sin palmeras ni agua ni desahuciados. "Nada" quise responder, pero no podía, era evidente que tenía algo y estaba triste. "Tengo frío" -dije. Sonaba muy estúpido pero no sabía que decir. Él se puso de pie, supuse que se marcharía y no podría culparlo.

Es horrible sentir que se pierde aquello que más se quiere y tener esa extraña sensación de que se tuvo entre los brazos y pudo quedarse ahí pero no lo supiste retener, pero retener sin obligarlo, no, eso es lo más estúpido que ha hecho la humanidad, sino convertirte en lo él más adora y que no se quiera separar de ti aunque pueda hacerlo. De todas formas ya era tarde para mí, él se iría para no volver, yo estaba segura de ello... Pero no se fue, no se paró ni me miró en forma de rareza humana, en lugar de eso se quitó el suéter y me lo ofreció, y me invitó un café... fue mágico, tan maravilloso que pensé que soñaba. En la cafetería estaba nerviosa, me temblaban las rodillas, parecía que tenía un terremoto catastrófico en cada pierna, me abrazó y susurró al oído: "sé que tienes frío, pero gracias por venir", ahora valía la pena vivir con este frío.

 Dijo que era su café de siempre y que llevaba días queriéndome invitar, pregunté porque no lo había hecho -Voy al baño -dijo él. Dejo dinero en la para pagar a su regreso. Pero ya no regresó. Vi llegar una ambulancia y entrar al baño a los paramédicos, salir con un cadáver y una nota y la colilla de un cigarro. Dije que venía con él y me entregaron su nota de suicidio, en esencia decía que me amaba pero temía decirlo y prefirió morir.

 Quise morir también, ir con él a la eternidad y en carta de suicidio decir eso, pero no, no lo hice porque la gente pensaría que lo nuestro fue amor como el de Romeo y Julieta, y a decir verdad, no soy fanática de William Shakespeare.




La tristeza de los cuentos infantiles

Es tan irritante esta tormenta, esta tormenta es lluvia y no irrita en sí misma, lo irritante es pensar que el cielo llora, porque el cielo es hermoso y todos lo quieren, ¿entonces porque mierda está llorando? Pero de lo irritante pasa a lo conmovedor, a lo trágico, a lo empático, a lo épico, es tan épico pensar que el cielo llora porqué yo también lo hice ayer, en mi cama, antes de dormir, lloré por pensar en vos y en tu carita dulce, bella y armoniosa, que jamás hace el gesto de estar pensando, me encantaría un día, ver en tu rostro de pensar, sean cuales sean tus pensamientos, la inmortalidad del cangrejo (que perdón que te truene la burbuja pero, el cangrejo es tan mortal como un niño con pelota), o tu uña rota, que se rompió tras la caída que te provocó una piedra que tus bellos ojos grises no vieron cuando ibas caminando para verme porque estabas triste, yo siempre te hago reír con mis estupideces (porque vos así las llamas), y estabas triste porque el lobo se comió a la abuela de caperucita y fue tan triste, realmente melancólico para vos, que decidiste que no valía la pena leer el resto, y sorbiste tu café, que estaba sobre la mesa, esa mesa que compraste hace tiempo para leer, y lo haces siempre, a mi me asombra como has leído tanto en esa mesa, y terminado tantos libros; pero siempre te han deprimido este tipo de cuentos, te deprimiste cuando el lobo le tiró la casa de paja al primer cochinito y dejaste el libro a su suerte; lloraste cuando blanca nieves mordió la manzana y no despertó, y no despertaría, porque para despertar necesitaba que su lectora terminara de leer y ni lo hiciste. Abandonaste a la cenicienta cuando lloraba porque no iría al baile y no fue.

O simplemente pensar en que lindo sería pensar en cualquier cosa de vez en cuando. Pero absorta, tanto que no percibas mi llegada, y así, al contemplarte completamente pensativa, pensar que tal vez vos pensás en mí.

Amo y odio tu inocencia.
Por ella me enamoré de vos y no me esfuerzo por amarte porque ya lo hago.
Pero por ella vos... vos no te das cuenta que te amo.



lunes, 12 de enero de 2015

Lo emífero y lo efímero

«Después de todo, que complicado es el amor amor breve».

 -Mario Benedetti. 

Primero quiero aclarar que emífero es una palabra que yo inventé, porque hay palabras para lo brutal y para lo hermoso, pero no para los dos al mismo tiempo, y ese es el significado de emífero: brutalmente hermoso, bellamente brutal y etcétera.
 Efímero sin embargo significa que dura poco tiempo. Y ahora les dejaré un escrito en donde ambas palabras encajan a la perfección y les diré porqué, usando para ella esta conmovedora frase que alguna vez leí en un tuit de @DimeVen:

«Ella cortó sus venas, salió un líquido espeso de esa herida, pero no era sangre, era un veneno llamado amor».

Ella admira su amor, ella admira su veneno y llora. Ese veneno apenas lo había tenido y ahora, a través de la cortada, desapareció, y decidió cortarse porque su pareja ya no tenía ese veneno, ella esperaba sangre, esperaba cortarse y morir desangrada pero no, no se desangró.

Cortarse las venas siempre es brutal, el veneno siempre es brutal, el amor siempre es bello pero brutal, perderle también es brutal, pero es bello, porque perder el amor es síntoma de que se tuvo.
A ella el amor le duro poco. Pero lo tuvo. Ahí, en la explicación del texto, en el texto mismo, encajan las dos palabras a la perfección.

domingo, 11 de enero de 2015

Desde mis ojos secos

"Princesa: He pensado tanto en ti durante estos días. 
He vuelto a soñar contigo de forma insistente y clara".
           
                -Cuáctemoc Sánchez.


Últimamente me da por pensarte en cualquier momento, por ejemplo, al caminar por la calle pateando piedritas y viendo las nubes.

Hoy caminaba como siempre hacia mi casa cuando me caí y lloré, o soñé que lloraba, cosa que en realidad no viene a caso, ¿por qué lo haría? Pensé en ti, sonreí y reí a carcajadas, y cuando cobre consciencia de mí estaba aquí sentado escribiendo esto.



martes, 6 de enero de 2015

Stop Cryin Your Heart Out

"Stop cryin your heart out".

                -Oasis. 

Viendo girar al mundo estoy sentado a la entrada de mi casa escuchando a Oasis, mi banda favorita, es curioso como algo tan cotidiano como escuchar tu banda favorita y un niño pueden ayudarte a salir de la depresión, ah, porque yo soy una persona despresiva no sé porqué. Pero yo ya no estoy triste, desde ayer que no lo estoy...

Viendo girar al mundo estaba sentado a la entrada de mi casa, pero estaba triste, enteramente triste, unos niños jugaban en la calle y los miraba y eran felices, uno de ellos se acercó a mí y empezó a hablarme, tan sólo así sin ninguna razón, le hable de regreso, tenía una música muy mala así que pude a oasis y el quito la suya, puse una de mis canciones favoritas y me preguntó como se llamaba "Stop Cryin Your Heart Out" respondí, me preguntó que significaba, significa: Deja de Hacer Llorar a tu Corazón. No le respondí, pensé el significado y algo pasó, quise caminar, caminar, simplemente caminar, y olvidarme de todo y de todos, así que me puse los audifonos y me fui sin más, simplemente me fui y caminé, seguía triste, muy triste, enteramente triste, pero creía que ese era un buen concejo, y me olvidé del mundo y caminé, caminé por horas y no había pasado nada, nada, menos que nada, nada simplemente, absolutamente nada, estaba cansado de caminar, estaba cansado y era de noche, estaba oscuro, era de noche y estaba oscuro y yo cansado y con hambre y con frío y tenía hambre y frío y estaba oscuro.

Una vez más Stop Cryin Your Heart Out, cuanto había caminado para que la música haya dado toda la vuelta y recomensado, Stop cryin your heart out... y ya no importa, no importaba más, y no lo hacía porque yo ya había decidido que lo único que valía la pena era llorar, sólo llorar.

Seguí caminando, ¿ya mencioné que era de noche? Lo recalco porque me da miedo caminar de noche; pero ayer estaba tan distraido que cuando me di cuenta de esto ya estaba lejos de mi hogar. 

"Ahora lo había recordado pero simplemente ya no importa, mi corazón está llorando y debo detenerlo, además es una linda noche", pensé.

 Seguí caminando por mucho tiempo, de no ser patafísicamente imposible juraría que le di la vuelta al mundo y de regreso, y al revés.

Llegué a un bello lugar. Un prado lleno de flores color morado, ¿saben lo bello que es algo así en verano?
Estaba cansado y era bello lugar para descansar.
Me senté y pasó el tiempo. La soledad es como una persona, preferiblemente mujer, que hace años es mi mejor amiga. Tal vez por eso mi corazón es depresivo.

Alguien llego y se sentó a mi lado y me miro. Era de noche y preferí no ver. Me abrazó, era una mujer, temblaba, tenía frío. Me liberé y sin mirarla me quité el abrigo u se lo puse y la abrace y sentí que era hermosa, o mejor dicho, mi corazón sintió que era hermosa.

Palpitó como jamás había palpitado, y el tiempo y el mundo que se perseguían desde la eternidad y que yo veía desde hacía unas horas se detubieron, se detubieron por un abrazo; por nuestro abrazo.
Ese abrazo hizo perfecto al universo y mi corazón había dejado de llorar. "Es maravilloso como un abrazo puede ser tan jodidamente hermoso", había dicho mi corazón.

Hoy volveré a ir allí y la veré. Y volveré sin importar que sea de noche.

sábado, 3 de enero de 2015

Amor de insomnio

"Su mala conciencia tiene tanto insomnio como él". 

 -Julio Cortázar. 

 Lucas tiene insomnio, y como siempre que lo tiene está en un motel con una una puta...
 Después de hacer todo lo que hacen con una emífera pasión digna de una pareja de enamorados -aunque ninguno de los dos está enamorado (al menos no aún)-, él se levanta de la cama, toma, sus pantalones, saca su billetera, extrae el dinero y se lo da. Ella toma su mano (lo mismo que el dinero), vuelve a acercar su cuerpo al de Lucas y le planta un beso como nunca antes había recibido, con este beso al menos uno saldría enamorado, y así fue.
-Ya no tengo dinero- dijo Lucas.
-Esta vez lo haremos gratis- respondió ella.
Y ambos volvieron a la cama y lo hicieron, y lo hicieron gratis, y fue así porque a la puta le gustó como Lucas hace el amor. Y lo hace bien, hay una razón para ello. Como dije en la primera línea, Lucas práctica con una puta cada que tiene insomnio, lo cual es muy seguido, cabe mencionar que Lucas no es una persona de dinero, hay días en los que se que se queda sin comer, pero si de putas se trata, Lucas saca dinero hasta de las rocas, los calcetines (literalmente de los calcetines), y cuanta cosa más se te pueda ocurrir. Pero jamás había tenido dos rondas con ninguna, y mucho menos gratis. Después de volver a hacer todo lo que hacen y un poco más, Lucas toma sus pantalones (esta vez sin pararse de la cama) y saca una cajetilla de cigarros, que nunca le faltan en noches así, sólo que comúnmente se los fuma solo y de camino a casa; porque él sólo fuma después de hacer el amor.
-Fumas- pregunta él.
-Siempre, después de hacer el amor- responde ella.
 Lucas sonríe y le da un cigarro y se lo enciende, y enciende uno para él.
Humo... algo paso durante el humo...

Al final de los cigarros Lucas se vistió, "me llamo Lesly" escucho que dijo ella, y sin más nada se fue, y se fue fumando. Sus siguientes insomnios la buscó para coger y fumar y amar, y hacer el amor amando y amar mientras hacen el amor y fumar luego y luego fumar, y fumar juntos y juntos fumar mientras se aman. Y amarse, sólo amarse. Pero no. Ya no estaba. Tras dos insomnios perdidos, fue con otras putas, pero ninguna fue igual ya nunca, tras varias putas se dio cuenta de algo aterrador: se había enamorado de una: se había enamorado  de Lesly.


La vida -como todo- tiene muchos finales, el de Lucas pudo ser feliz, todos sabemos que no la volvería a ver, pero estuvo con tantas mujeres nocturnas que el que no se haya enfermado de sida o algo similar ya es un final feliz, pero a Lucas le gustan los finales trágicos, así que aceptó su amor por Lesly, tomo una roca y la lanzó al mar, se dio cuenta de que no la volvería a ver, se tomo a él y se lanzó al mar... Jamás salió.