miércoles, 7 de noviembre de 2018

Mi querido movimiento.

Entonces miré el cielo aquella tarde,
era un bello día para reflexionar,
baje la vista, y en mi pecho desnudo
latía mi corazón;
a cada palpitar, se realzaba una flor.
Dios, patria y hogar
no eran distintos ya.

En mi corazón palpitas tú;
en mi corazón poderoso, soberano,
lleno de honor y lealtad,
de pureza y bondad.
En mi corazón palpitas tú;
mi querido movimiento scout.

En noches estrelladas, anteriores a hoy
(donde en otros tiempos y otros cielos
pudo Neruda versos tristes escribir),
he pensado lo que hoy digo,
he mirado deslumbrado
-Dios- tus designios.
Puesto que con este movimiento
el destino me has cruzado,
y me has hecho conocer
este hermoso patriarcado.

Uno de estos días o de aquellas noches,
cuando yo parta,
cuando la luz de la luna ilumine otros senderos,
cuando la luz de las estrellas tirite en campamento ajeno;
cuando muertos bajo tierra yazcan mis huesos,
cuando mi alma baje libre por el firmamento
pero del sepulcro mi cuerpo no se libre;
cuando sea turno de mis hijos o mis nietos este mundo mejorar,
así como lo habrá hecho su tata o su papá.
Poco a poco (puedo sentirlo en mis cansados pasos,
en mi falta de aliento al respirar,
en mi constante suspiro, ante tu mirar) envejezco.
Me he vuelto un viejo lobo,
y en mi boca ya no relucen los colmillos cazadores,
y en la selva ya no me huyen las gacelas,
y de mi caza ya no se alimenta mi manada.
No obstante, tengo la serenidad,
y mi boca aún funciona para hablar,
los nuevos lobos se reúnen en mi torno,
junto a la fogata a cenar, ellos atentos
escuchas mis historias, en su mente atesoran mis consejos,
han aprendido que la manada protege a la manada,
que el fuerte nunca descuida al débil,
que cada uno tiene una importante misión
para la función colectiva de este gremio.

Sobre este río que en mis venas fluye,
tus ideales reman sobre mi cuerpo y van,
no puedo generar esfuerzos vacíos,
puesto que los resultados,
siempre tienden a dar.
Nunca, en mi largo camino, he tenido
que andar en soledad;
puesto que a mi lado miles de hermanos he llevado.
Recuerdo, cuando caí aquella (ahora lejana) ocasión,
y como conmigo cayeron todos mis sueños e ilusiones,
como deje de creer en los demás; en mí mismo.
Recuerdo -lo admito con un poco de vergüenza-
cuando creí que toda la basura no tenía remedio,
que la maldad no tenía cura y que las guerras
jamás tendrían final.
Recuerdo cuando caí al fango
con intención de no volverme a levantar.
Con mis lágrimas tocando el suelo esperando
muchas botas mi espalda pisotear,
por cobarde, por desertar...
Tirado ahí durante días,
dejando mis colegas mis penas explayar,
cuando mi llanto inverosímil se
convirtió en sollozar ahogado,
una mano ha tocado mi costado,
y yo prontamente mi mirada he levantado,
y ahora entiendo que nada tenía de raro,
que en lugar de botas y burlas,
hubiera manos y sonrisas,
que mis hermanos no me habían pasado por encima,
menos aun ignorado y continuado;
esperaron por mí, y me ayudaron,
me levantaron y sanaron mis heridas.
Porque la manada protege a la mandada,
porque la patrulla no continua sin la patrulla,
porque clan significa familia,
y la familia no te abandona; ni te olvida.
Por eso y por más todos los golpes resisto,
y continuo mi camino, así como tú, mi hermano,
quiero continúes luchando.

Cambar el mundo se puede lograr,
con decisión, amor y nuevos proyectos.
Pero sobre que todo: con unión.


"Tú y yo somos de la misma sangre."

viernes, 2 de noviembre de 2018

Muerte, vida y flor.

Miro el cielo y veo a los muertos,
las estrellas brillando y en ellas
los ojos de mis ancestros cuidando mis pasos.

Bajo la vista y veo la tierra,
la tierra con el campo que no es santo,
y contigo santifica sus adentros
para que entre un muerto a tu lado:
Muerte, cuando llegues,
cuando me llegues no seas mala,
déjame antes verte a los ojos,
déjame ver tu belleza de catrina y
después, con todo gusto y tomado de tu mano,
llévame al eterno lugar donde habitas,
junto con todos mis seres queridos que
también me quieren, que me esperan
-deseando que sea lo más alejada mi llegada-;

En la calle miro al Xoloitzuintle y me pregunto
si me ha de guiar en mi viaje último.
Hoy, siendo el día perfecto para caminar sin rumbo,
sigo al hermoso animal y me sorprende,
y entonces ya no hay más casualidad,
y la casualidad entonces ya no existe,
más tarde vendría aquí donde me ha traído
este breve caminar bajo la guía del gran espiritual.
Tras una tumba desapareció el místico ser,
la tumba; era la tuya, amada mía.

Deje las flores que compré
gracias a la casualidad, la cual no existe.
Deje el pan de muerto que en las tiendas venden,
gracias a las fechas, a las fechas que concuerdan también con tu partida.
Tú, tu vida tan linda.
Yo, mi vida tan linda.
Nosotros, nuestra vida juntos,
terminada tan abruptamente a la mitad.
"el que no sabe de amores, llorona;
no sabe, lo que es martirio"

Me acostaré en esta tierra,
que es santa y te cubre hasta los huesos,
los huesos mismos que yo tocaba cuando
llegaba con mi cuerpo al fondo te tu sexo.
Ahora, en el fondo de esta tierra,
quiero conectar contigo,
y no tanto como te penetraba el vientre,
sino como en aquellas hermosas tardes de invierno,
que en la terraza tomando café, conversábamos,
mirando la puesta, como en el preciso momento
del ocaso mi mano tomaba la tuya, y entonces,
entonces los dos nos penetrábamos el alma.
¡Cómo me gustaría morir contigo aquí amor mío!
Pero no es mi tiempo, y tengo que seguir sin ti;
un día, cuando yo menos lo espere,
llegará por mí la muerte, y me llevará contigo,
al campo de la dicha y reposo, amor,
dónde sé que tú, con todos los amados por ti y por mí,
los ya fallecidos y por fallecer, estarás.

La vida es como una flor,
la vas despedazando en un eterno ver a Dios
y pensar: ¿Me quiere, no me quiere?
Entonces, en el último pétalo,
cuando el último soplo de tu alma
arranca, Dios mira a los ojos y dice:
Te quiero.