sábado, 2 de enero de 2016

De la nada.

A ti te gusta mucho el negro, el negro es definitivamente tu color favorito, alguna vez alguien preguntó porque, y vos pensaste, no había nada, no había porque ni razón alguna, no había nada. El negro es la ausencia del color, ¿te gusta el calor o el frío?, tú, sin miedo a equivocarme prefieres el frío, el frío es la ausencia misma del calor, el frío es nada, el frío en sí mismo no existe, pero existe (así de complicada es la ausencia), la oscuridad no es oscura, pero no alumbra, la sombra no es sombra y tú no eres tú sino una metáfora que uso para escribir ahora mismo, oscuridad es ausencia de luz, tú metáfora, ausencia de ti mismo, tú serás tú cuando me leas, pero solo mientras tanto eres ausencia, y lo seguirás siendo cuando termines de leer, y volverás a serlo cuando lo recuerdes para dejarlo justo al momento del olvido, eso aún me tiene confundido, ¿la nada es el olvido o la memoria? No logro responderme si el olvido es la ausencia de memoria, o por el contrario, la memoria es la ausencia del olvido, yo me inclino más por lo segundo, ah, pero vos no debes dejarte influenciar, tú eres libre de pensar lo que tu quieras.

Pero después de pensar en que crees que no hay nada por lo que te guste en especial el color negro, te das cuenta que la nada es la respuesta, la ausencia, el negro es el color inexistente en sí mismo, es la nada, simplemente nada, simplemente ausencia, cómo se define la nada, cómo definir lo que no se ve, lo que no se toca.

La nada es simple, la nada es nada, pero hay un inmenso infinito de posibilidades tras la nada, la nada es compleja. Es infinitamente más complicada que el todo, por que el todo está ahí, pero la nada no, el todo se puede estudiar para obtener complicadas teorías, pero la nada no, nada es solo una idea, la nada no es más que una excusa que el ser humano invento para no aventurarse a lo desconocido.

La nada es eso que te carcome las entrañas en las noches de brutal melancolía, la nada es misteriosa, la nada es el amor, es el para siempre de los jóvenes enamorados, es la locura de los cuerdos que sueñan con cerdos suicidas y gallinas devorando halconees en pleno vuelo. 

La nada es eso, una emífera e infinita posibilidad de ausencia.

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