lunes, 10 de agosto de 2015

Cartas... A la distracción.

Agosto 6: dos trece a.m.

<<¿Qué tiene de especial desvelarse conmigo?>>, preguntó.

No sabía que decir, era algo que me encantaba, desvelarme con usted era algo sublime, era algo que a decir verdad me encantaba hacer, que me encanta.

Bueno, tal vez para usted no tenga nada de especial porque ya esta acostumbrada (cada vez que se desvela lo hace consigo misma).

Esa fue una idea, pero la descarté de inmediato, porque yo podría acostumbrarme a hacerlo, podría desvelarme con usted mil veces y luego mil más y tres después de eso sólo para continuar así hasta la eternidad o hasta las 7. Entonces no era eso.

¿Qué tiene de especial desvelarse con vos?

Desvelarse con vos es bonito por el simple hecho de estar, por el hecho de la posibilidad, se imagina… vos ahí, pensando en algo, probablemente en un conejo o en café, (también esta la posibilidad de que piense en un conejo café, quién sabe, después de todo su mente es un misterio que no quiero descifrar, porque a mí me gustan los misterios, me gusta saber que hay algo más allá, más allá de ti y de mí y de ambos. Que esté pensando, que esté pensando en mí en este momento (no en el que me lee sino en el que le escribo), o usted pensando, sólo pensando, o no, no piense sino quiere, pero distraída, (porque en algún momento dado de la vida todo el mundo se tiene que distraer), entonces yo le robo una sonrisa, eso en sí ya es especial, eso… la posibilidad de una sonrisa suya.

¿Qué tiene de… (Perdón, sus ojos, los pensé, los pienso, he olvidado la pregunta).

Usted, usted me hace temblar, si algo tiene de especial este desvelo es usted. Su presencia.

O no sé que tenga de especial, solamente sé, que con usted podría desvelarme hoy y todos los días de mi vida o de la suya (y la de ambos).

Agosto 8: doce del día, camino al punta.

La he pensado mucho, también he sonreído demasiado, ya quiero verla, quiero pedirle que sonría cada que usted no se lo espere, y también cuando si lo haga. Quiero que sonría en sí misma, quiero que lo haga por cualquier razón o por mí o por cualquiera, (quiero ser esa razón cualquiera por la cual usted sonría).

Cuando era niño, un maestro de la escuela me pregunto por las siete maravillas del mundo, no las sabía, pero usted tiene dos ojos, una boca, una sonrisa, una nariz, una respiración y una mirada. He hecho cuentas, su faz, la he visto, ahora lo sé, todas esas cosas que usted tiene y yo mencione son las siete maravillas de del mundo (y no sólo del mundo sino también del infinito).

Agosto 9: una a.m. toque de queda.

Me ha sido indiferente, no sé que pasa, no he podido hablarle, no ha hecho más que evitarme, no sé, sólo sé que me gustaría escuchar un… un algo de su bonita voz, algo no tan cortante o evasivo como lo de hoy cada vez que me armaba de valor y le hablaba, que no era fácil, como alguna vez le dije usted me pone muy nervioso, quiero entregarle estas cartas pero no sé como, no me atrevo, llevo todo el día entregándole las primeras dos y no he podido, no es posible que antes de eso ya este escribiendo la tercera. Usted me tiene mal, provoca en mí una sensación que no puedo describir, usted, por favor, no deje de sonreír.

Soy un poco rebelde, hace una hora que debería de estar dormido y mire, aquí estoy, despierto y escribiendo para usted.

Lo de la fogata no era cierto, no es verdad, yo no quiero una clanera, yo la quiero a usted.

Perdón, tampoco me acerqué a desearle las buenas noches, estaba nervioso, pero espero que descanse, espero verla (igual de linda como usted es siempre) en un rato, de hecho creo que debería dormirme de una vez, de lo contario el toque de diana me tomara hecho una mierda y sin descanso.

Agosto 9: nueve treinta y cuatro p.m.

He llegado a escribirle, el campamento me gustó, usted no dejo de evitarme, pero la pude ver, usted me gusta desde el día en que la conocí, ¿recuerda ese día?, fue el veintiocho de febrero, recuerdo aquel día, un intercomunidades, usted y yo en un equipo, dicho equipo se separó y usted quedó en una parte y yo en la otra, eso no importo, yo me cambie de equipo solo para verla y pasar el tiempo cerca de usted, era más fácil hablar entonces, porque usted no sabía que me gustaba, así que podíamos hablar sin que yo me pusiera infinitamente nervioso como ahora, usted se fue temprano o tarde, no sé, lo único que recuerdo es, que el primero de marzo al despertar, cuando fui a formación usted no estaba.

Perdón por las cartas hace un rato, eran solamente las dos primeras, porque esas, desde que iba al campa las tuve en el bolsillo, queriendo entregárselas pero no pudiendo, se mojaron, se mojaron mucho, el agua estaba agradable, cuando se las entregue ya estaban arruinadas, no se las entregue en sí porque aun se pudieran leer (aunque espero y sí cuando se sequen), sino como símbolo de que… (Perdón, omitiré el significado, prometo decírselo alguna vez).


No pude dejar de mirarte, eres muy linda, perdona mis modales, en todo esto no te he preguntado cómo estás. Espero que te encuentres bien, y que te encuentres sonriendo.

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